Miradas de reportero
Por Rogelio Hernández López
Algunos periodistas ya llevamos más de cinco años de vocear, en todos los niveles y tribunas posibles, que la delincuencia organizada estaba imponiendo zonas de silencio a ciudadanos con la fuerza de las armas, pero en especial a periodistas; advertíamos que, estas zonas de mudez impuesta con miedo irían creciendo si persistían la impunidad y –con sobrada frecuencia– la complicidad. Pero nuestras recriminaciones no encontraron eco suficiente. Y, estados completos fueron enmudecidos, casi totalmente.
Como Tamaulipas, por ejemplo.
Los datos de allí salen a cuentagotas:
Algunos periodistas fuereños nos enteramos que el sábado 7 de mayo la vocal de la junta distrital del Instituto Nacional Electoral (INE) en el norte de la entidad reveló que supervisores y capacitadores electorales “han vivido situaciones de riesgo en Matamoros, Reynosa y Ciudad Victoria, por lo que suspendieron actividades”.
Tal dato reapareció hasta el 12 de mayo, cuando el presidente del INE negó que hubiera focos rojos en Tamaulipas que pudieran impedir la continuidad del proceso electoral.
Pero, la realidad es más terca que los discursos pretendidamente apaciguadores:
El diario Capital hizo una recopilación de datos similares que también habían circulado pausadamente. El 11 de mayo machacó, en su nota principal, que en Tamaulipas han renunciado, por miedo, 53 candidatos a diversos puestos de elección en 11 municipios, donde se concentra el 35 por ciento del electorado.
Los municipios son Camargo, Mier, Miguel Alemán, Díaz Ordaz, Hidalgo, Mainero, Villagrán, El Mante, Reynosa, Soto la Marina y Tampico. O sea el centro pegado a Nuevo León; la costa; y la frontera Norte.
Una confirmación de esa atmósfera de temores la dio, el mismo día 11 en Efekto TV, Alejandro Sánchez Camacho, Secretario de Acción Política Estratégica del CEN del PRD. Dijo, valientemente, que tres de sus candidatos a presidentes municipales en tres de esos municipios habían sido amenazados y presionados por la delincuencia organizada.
Sánchez Camacho sostuvo esa posición, a pesar de que contradecía al presidente de su partido y a otros dirigentes, que el mismo día lo habían negado. Pero no quiso ratificar lo que un día antes había confiado a unos pocos periodistas locales en la capital del estado, que no había condiciones favorables para los comicios de junio. El dicho del perredista no se publicó en varios medios, quizá para proteger a sus reporteros.
Hay más informaciones que se han quedado atoradas y luego circulan entre reporteros. Por ejemplo, el 4 de mayo de 2013 el primer Procurador General de Justicia del Estado, Bolívar Hernández Garza duró menos de 2 años en el cargo. Por datos sueltos de algunos de sus amigos pudimos saber que el gobernador Egidio Torre Cantú le pidió al general retirado que lo
respaldara en una negociación que quería hacer con uno o varios de los grupos violentos. El militar le respondió que consultaría con el general secretario. Días después renunció.
Y la violencia, ya entonces desatada, empeoró el tamaño de los silencios.
Por otras referencias sabemos de asesinatos, secuestros, cobros de piso o protección en Ciudad Victoria; despojo sistemático de vehículos en las carreteras de Tampico-Victoria y Tula-Victoria; decenas de desplazados de las cuatro ciudades cañeras por las amenazas derivadas de negarse a pagar “el otro impuesto” del control territorial y usurpación de propiedades en La Pesca, en Gómez Farías y el nicho ecológico “El Cielo”.
De todo eso y más se habla en voz baja en Tamaulipas. Pero aun así, el viernes 13 un consejero del INE, Ciro Murayama osó decir que “es más difícil la instalación de una casilla en la colonia Polanco de la Ciudad de México que en alguna entidad como Tamaulipas” (recontrasic, le recriminaría Carlos Monsiváis).
LAS 71 ZONAS DE SILENCIO
El periodista y analista del Centro Knight, Jorge Luis Sierra, hace un año hizo un excelente resumen de lo que otros denominamos las zonas de silencio para periodistas por los altos riesgos: (https://ijnet.org/es/blog/periodistas-en-zonas-de-riesgo-entre-la-muerte-y-la-autocensura)
“Un análisis geográfico de los 118 casos de asesinatos y desapariciones forzadas de periodistas en México entre 2005 y 2015 muestra zonas de alto riesgo en 71 municipios”. Su afirmación se sustentó en denuncias públicas, peticiones de apoyo y quejas en la CNDH, en Artículo 19, en Reporteros sin Fronteras, en la Casa de los Derechos de Periodistas, de la Red de Periodistas de a Pie y en Freedom House.
En todos los casos de estas zonas de silencio aparecen Guerrero, Veracruz y Michoacán. Pero de estos sabemos más por la valentía de algunos medios de prensa impresos y digitales por periodistas locales. La gente y los periodistas de estos sitios, a pesar de los riesgos, encuentran formas de hablar en voz alta.
En contraste, gente común y periodistas sabemos menos de algunas entidades del norte, desde Aguascalientes para arriba; en ellas es demasiada la gente que habla en voz baja. Así se explica que salga poca información y en dosis pequeñas.
Ya son varios los años que se impuso mudez a entidades norteñas. Aparte de Tamaulipas y Chihuahua, igualmente se sabe muy poco de las atmósferas de miedo en la Región Lagunera (Coahuila y Durango), como si se hubiera extendido, burlescamente esa anomalía de la naturaleza llamada Zona del Silencio del Bolsón de Mapímí donde, por extremo magnetismo, se acallan las señales de radio televisión, onda corta, microondas o señales de satélite, pero no la voz de las personas.
Tamaulipas y La Laguna son puntos de interés prioritario del Consejo Nacional de Seguridad. Una prueba fue la gira y acto público que realizaron, el jueves 12 de mayo, el Secretario de Gobernación con los gobernadores de Chihuahua, Coahuila y Durango para ofrecer seguridad a los habitantes. Justo en tres de los estados más silenciados, como en Tamaulipas, donde no se puede hablar en voz alta.