Jorge Jiménez Zárate
En mayo se cumplirán dos años de la promulgación de la Ley de Zonas Económicas Especiales, el mega proyecto al que Presidencia de la República se refirió como un hito en las políticas públicas de combate a la pobreza y a la desigualdad, sin duda una estrategia necesaria para el sureste mexicano. Sabemos que el modelo no es nuevo, en el mundo existen más de 3,500 Zonas Económicas Especiales. China alberga las más exitosas del mundo, entre ellas, la primera que surge en Shannon en 1959.
En América Latina, Costa Rica fue pionera en 2001, posteriormente países como Colombia, Venezuela, Panamá y Brasil también lo implementaron. Entonces, vemos que la iniciativa del Presidente Peña era algo inminente para nuestro país, como una estrategia para potenciar estados como Oaxaca, Chiapas y Veracruz, que por su geografía presentan grandes oportunidades económicas y, sin embargo por la falta de impulso a su industria han permanecido rezagados.
El 28 de septiembre de 2017 se publicó el decreto de creación de las ZEE de Puerto Chiapas, y de Coatzacoalcos. Tres meses después, finalmente sale la declaratoria de la ZEE Salina Cruz. Bien, ya hay un avance, pero no hay que perder de vista que este 2018 será crucial para establecer los cimientos que pongan en marcha este mega proyecto y lo hagan una realidad. A la luz del cambio sexenal, la administración estatal y el gobierno federal, deberán redoblar esfuerzos de manera coordinada, para darle el mayor impulso y certidumbre.
El siguiente paso de acuerdo a la Ley de Zonas Económicas Especiales, es seleccionar un Órgano Administrador Integral entendido como aquella “persona moral o entidad paraestatal que funja como desarrollador-operador de la zona, teniendo a su cargo la construcción, desarrollo, administración, mantenimiento de la misma.”
Como sistema de contrapeso, se ideó también la figura de un Consejo Técnico, que estará conformado por 3 expertos con experiencia en investigaciones de instituciones de educación superior reconocidas, 3 miembros del sector empresarial y 3 trabajadores activos de la Zona como representantes de sus pares, que se encargarán de dar seguimiento a las actividades de la Zona en apego al Plan Maestro.
Es importante decir que la ZEE del Istmo de Tehuantepec, cuenta con mil 230 hectáreas, con una inversión aproximada de mil 126 millones de dólares, y sobre todo con una ubicación envidiable para aprovechar las oportunidades de expansión hacia el mercado Asia-Pacífico, el cual dicho sea de paso, genera el 57% del PIB mundial y el 49% del comercio global.
Como ustedes saben, parte del incentivo a la inversión ofrece a las empresas una reducción decreciente de los impuestos (IVA, ISR), que en el largo plazo se irá estabilizando para entrar a un régimen fiscal normalizado. Es importante tener en cuenta que la Zona de Coatzacoalcos está ofreciendo a inversionistas exención de pagos de Impuesto Predial, del Impuesto sobre la Adquisición de Bienes e Inmuebles, del Impuesto del Traslado de Dominio y de los Derechos por Servicios Prestados por la Secretaría de Gobierno en materia de registro público de la propiedad durante los primeros 10 años y en los siguientes cinco sólo pagarán la mitad.
En cuanto a materia fiscal, la tarea no es sólo hacerla atractiva, hay que poner cuidado a las declaraciones que el Director del SAT, Osvaldo Santín hizo esta semana, respecto a que casi el 5% del PIB está siendo facturado por empresas “fantasmas”, la pérdida es altísima, ante lo que resulta indispensable fortalecer nuestro sistema tributario y especialmente en el caso de las ZEE, cerrarle la puerta al crimen organizado.
Finalmente, para que la ZEE del Istmo de Tehuantepec se convierta en ese gran catalizador de la industria oaxaqueña, debemos tener en cuenta que una cosa es incentivar la economía y otra, quizá más importante, es saber canalizar de mejor manera los ingresos que se generan en beneficio del desarrollo integral del estado. El principal problema de Oaxaca no es la pobreza, sino la desigualdad y eso hay que tenerlo bien presente.