El 10 de diciembre de 1998 se cumplieron 50 años de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, José Murat apenas había iniciado su sexenio como gobernador de Oaxaca y en la presidencia de la entonces Comisión Estatal de Derechos Humanos permanecía el represor y hoy prófugo de la justicia, Evencio Nicolás Martínez Ramírez.
Diódoro Carrasco Altamirano le heredaba la guerra contra los indígenas zapotecos de la Región Loxicha, cientos permanecíamos presos en diversas cárceles del Estado y en el penal de máxima seguridad conocido entonces como “Almoloya”. En las comunidades de la Región Loxicha, operaban libremente los paramilitares asesinando indígenas zapotecos.
22 años después, la situación en Oaxaca, en el país, lejos de mejorar ha empeorado, un hijo de José Murat se ha hecho con el poder en el Estado y tiene a su servicio a la Defensoría de los Derechos Humanos del Pueblo de Oaxaca, cuyo presidente es Bernardo Rodríguez Alamilla.
Más de 100 personas son asesinadas todos los días en México, con lo que el año 2020 será mortalmente trágico para el país pues a esas cerca de 36000 muertes violentas hay que sumar las cerca de 120 mil muertes a nivel nacional por COVID-19, que también son muertes violentas, regularmente asociadas a la pobreza y al desmantelamiento progresivo de los servicios de salud.
Sumando las muertes por otras causas, tendremos a final de año más de 200 mil hogares de luto, un luto muchas veces invisible, pero que afecta a la vida y pleno desarrollo de miles de personas en México.
Recordar, la Declaración Universal de los Derechos Humanos se origina en 1948, buscando la paz en el mundo después de dos terribles guerras mundiales y que, aunque las autoridades mexicanas y el entorno internacional no lo reconoce, México vive, desde hace décadas, una guerra contra movimientos sociales, los indígenas y los pobres.
72 años han transcurrido desde aquel histórico 10 de diciembre de 1948 y seguimos viviendo en un mundo donde los gobiernos, las autoridades de cualquier nivel, no respetan los Derechos Humanos, una inmensa mayoría, ni siquiera conoce la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
El desplazamiento forzado de la población es una de las consecuencias de las guerras y en el mundo somos cerca de 80 millones de personas desplazadas, somos personas que hemos escapado a la persecución, a las ejecuciones extrajudiciales, a la represión, personas para las que los gobiernos de nuestros países ni siquiera quieren reconocer que existimos.
Lo más terrible es que son políticas de estado que silencian a defensoras y defensores de Derechos Humanos, a periodistas, a líderes políticos y sociales que buscan mejores condiciones de vida para los habitantes de nuestro país.
Dentro de 28 años, el 10 de diciembre de 2048, los líderes del mundo celebrarán el centenario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, pero para que sus postulados sean una realidad, somos las defensoras y defensores de Derechos Humanos quienes debemos trabajar incansablemente para que nuestro mundo sea un mundo mejor.
Una tarea impostergable es terminar con la corrupción política y la impunidad de represores como Diódoro Carrasco Altamirano, Ernesto Zedillo Ponce de León, Ulises Ruiz Ortiz y los Murat. Lograr que las fiscalías estatales y federal realmente funcionen y que los tres niveles de gobierno, cumplan y hagan cumplir la Constitución. Nada más, pero nada menos.
¡Justicia y libertad, ya!
Desde un rincón del exilio,
Juan Sosa Maldonado
Defensor de Derechos Humanos
Domingo 13 de diciembre de 2020