“Malditos aquellos que con sus palabras defienden al pueblo, y con sus hechos lo traicionan”
Benito Juárez García
Asesinada, Ivonne Gallegos Carreño ha sido artera y cobardemente asesinada a escasos 15 kilómetros de las oficinas de la Fiscalía General de Estado de Oaxaca. Es decir, ocurre un homicidio de alto impacto en las barbas del nuevo fiscal.
Gabino Cué compró la plaza de presidente de la Defensoría de los Derechos Humanos del Pueblo de Oaxaca para Arturo Peimbert. Se especuló que cada voto de los diputados tuvo un valor promedio de medio millón de pesos.
Alejandro Murat compró la plaza para Fiscal General del Estado de Oaxaca para Arturo Peimbert del mismo modo que compró también la plaza de presidente de la Defensoría de Derechos Humanos del Pueblo de Oaxaca.
Alejandro Murat tiene todo bajo control, tiene una Defensoría a modo a cargo de Bernardo Rodríguez Alamilla y una Fiscalía a modo con Arturo Peimbert Calvo, pero lo más importante, ha sabido ganarse la simpatía de AMLO, eso no es gratis.
En el gobierno de Alejandro Murat ocurre un feminicidio cada tercer día: Maricruz Zaragoza Zamora el 13 de marzo, Istmo de Tehuantepec; profesora Maricela Santiago José, San Agustín Loxicha el 14 de marzo; ayer el asesinato de Ivonne Gallegos.
Cambiar este estado de cosas requiere de implementar profundos cambios institucionales y ni el gobierno federal ni el gobierno detentado por Alejandro Murat en Oaxaca están caminando por esa ruta, sobre todo, acabar con la impunidad.
A tres años de la pasada elección presidencial, otra vez ha quedado demostrado que las elecciones no resuelven el viejo esquema presidencialista y de control de los tres poderes a nivel federal ni en los estados de la República.
Todos los crímenes que atentan contra la vida humana son detestables y estamos frente a otro crimen político cometido en el marco de las próximas elecciones que nos muestra la profunda degradación política de las cúpulas en el poder.
El discurso del nuevo Fiscal General del Estado de Oaxaca pretendiendo limpiar su maltrecha imagen en torno al saneamiento de la Fiscalía se topa con una negra y dura realidad pues conociendo tal descomposición, hablar de eso es demagogia.
Perder a un ser querido, a un ser humano, deja un dolor y una herida profunda. Es una vida única que dejó de ser, que ya no será por una violencia atroz que degrada la condición humana. Lo menos que se puede pedir es justicia y alto a la impunidad.
No, no se trata de buscar chivos expiatorios ni de poner a prueba a quien ya está reprobado desde antes de su elección. Se trata de un asunto de elemental justicia y alto a la impunidad, impunidad que reproduce una y otra vez los crímenes.
Queremos mirar aunque sea tantito el rostro de la justicia, queremos una fiscalía que de verdad sirva, queremos que la paz en Oaxaca sea la paz y armonía social y no la negra paz de los sepulcros del muratismo ambicioso y represor.
¡Alto al feminicidio en Oaxaca, ya!
¡Alto a la impunidad!
Desde un rincón del exilio,
Juan Sosa Maldonado
Defensor de Derechos Humanos