Genocidio, son un genocidio los crímenes de lesa humanidad que se han intensificado en los últimos días en Palestina y que llevan décadas perpetrándose contra la población indefensa por parte del gobierno de Israel.
Palestinas y palestinos padecen un largo y artero genocidio al que no ponen freno los socios y cómplices norteamericanos de Israel mientras, los siempre también cómplices y permisivos miembros de la Organización de las Naciones Unidas, guardan un silencio aterrador.
No vale balbucear cualquier justificación cuando por décadas se ha permitido que palestinas y palestinos padezcan la cruel guerra de exterminio que se traslada hasta nuestros días sembrando las calles, hogares y territorio en general de muerte y destrucción.
Despojo de sus pocas pertenencias, territorio, vida y libertad han sufrido por décadas hombres, mujeres, ancianos y niños en la digna Palestina sometida también a un cerco permanente que convierte su territorio en una enorme prisión a cielo abierto.
La vieja Declaración Universal de los Derechos Humanos sigue un camino paralelo en el tiempo con las agresiones de los gobiernos de Israel hacia el pueblo palestino sin que sus postulados de igualdad para toda la humanidad se asomen a los hogares de la sufrida Palestina.
Pareciera que las imágenes de niñas y niños enfrentando tanques, fusiles y ametralladoras la mayoría de las veces sólo enarbolando una bandera de Palestina solamente las vemos el pueblo raso, pero no los gobernantes de naciones que se dicen civilizadas.
Las niñas y niños palestinos solamente quieren paz, una paz digna y verdadera más allá de las esperanzas de una vida de calidad y con calidez humana. Vivir en paz, vivir una vida sin sobresaltos, sin el aterrador sonido de las bombas, los misiles y la metralla.
Pero no, las palabras, las imágenes no significan nada frente a la aterradora realidad que viven esas niñas y niños todos los días en un cada vez más pequeño territorio en el que la sangre, el dolor y la muerte son de verdad.
Los ensayos israelíes de tecnologías de guerra han pasado de la contaminación del agua y envenenamiento del suelo a los ataques y bombardeos descarados de un estado que cuenta con armas nucleares y un poderoso ejército subsidiado por millones de dólares americanos.
En estas circunstancias, es sumamente necesario detenerse para analizar toda la información que fluye pretendiendo equiparar la defensa de sus vidas, sus derechos y libertad de las y los palestinos con los ataques descarados y premeditados desde Israel.
Mientras en Palestina se blande la vida y la dignidad frente a toneladas de bombas, misiles, metralla y un ejército militarmente entrenado para la guerra contra un pueblo indefenso, lo menos que podemos hacer es repudiar el silencio cómplice de los gobiernos del mundo.
No olvidemos, la guerra desatada por el gobierno de Israel contra el indefenso pueblo de Palestina se ajusta a los manuales de una guerra moderna, una guerra de conquista en la que se tiene especial control sobre los medios de comunicación y la reacción mundial.
La guerra contra el pueblo de Palestina no es una guerra aislada, es parte de la guerra contra los pobres que se libra a nivel global por el control de territorios, recursos naturales y posicionamiento político, económico y militar de las potencias bélicas:
¡Alto a la guerra contra Palestina!
¡Alto al genocidio en palestina!
¡Viva Palestina libre!
Desde un rincón del exilio,
Juan Sosa Maldonado
Defensor de Derechos Humanos