15 años de impunidad han transcurrido desde la madrugada del 14 de junio de 2006 cuando, por órdenes del gobernador del Estado, se intentó desalojar al magisterio del plantón que mantenían en el primer cuadro de la ciudad de Oaxaca.
Ulises Ruiz Ortiz había logrado ser electo como candidato de su partido a gobernador de Oaxaca primero y había derrotado en las urnas después, al ya conocido represor de los indígenas Loxicha, Gabino Cué Monteagudo, perteneciente al grupo de Diódoro Carrasco Altamirano.
El grupo de José Murat dominaba ya desde entonces en la política oaxaqueña y traía un fuerte conflicto con el diario Noticias, periódico cuyo dueño estaba alineado con el diodorismo y Murat se negaba a pagar el alto precio que se le exigía para ponerse a su servicio.
José Murat heredaba una serie de conflictos a Ulises Ruiz Ortiz y éste no estaba dispuesto a ceder a las viejas políticas de movilización social para avanzar en la consecución de sus objetivos por parte del magisterio oaxaqueño y las organizaciones sociales.
Comenzó prohibiendo las movilizaciones y manifestaciones sociales, reprimiendo y encarcelando líderes políticos generando el fortalecimiento y aglutinamiento del movimiento social para dar paso a la primera gran movilización hacia el zócalo capitalino.
Acordamos un plantón permanente en el centro de la capital del Estado pero el secretario general de gobierno, Jorge Franco Vargas, efectuó una negociación con los líderes de una organización social para, rompiendo todos los acuerdos generales, lograr la desmovilización.
La represión en la región zapoteca de los Loxicha cumplía ya 10 largos años y la Organización de Pueblos Indígenas Zapotecos, OPIZ, se encontraba en una movilización permanente buscando justicia y libertad para los Presos Políticos y de Conciencia de la Región Loxicha.
Éramos parte del Frente de Sindicatos y Organizaciones Democráticas de Oaxaca, FSODO, y por tanto, participantes activos de la movilización democrática y popular. Nuestra principal demanda era libertad para nuestros compañeros que llevaban ya 10 años presos.
Las ejecuciones extrajudiciales de indígenas zapotecos continuaban en los Loxicha y ni el gobierno federal ni el estatal atendían nuestras exigencias de alto a la represión, alto a la criminalización de la protesta social y respeto a nuestros Derechos Humanos. Es una guerra.
Antes de aquel 14 de junio teníamos la experiencia de por lo menos dos mesas de diálogo con Ulises Ruiz Ortiz donde, los encendidos discursos de los líderes que llegaban a decirse hasta revolucionarios, pasaban al agradecimiento al gobernador por recibirlos. Lamentable.
Con todo, ante la agresión, directa, abierta y descarada del gobierno contra el magisterio oaxaqueño, espina dorsal del movimiento popular, nos volcamos todos a las calles a defender nuestros derechos a la manifestación y derecho a una vida digna. Exigir vida y libertad.
Una nueva etapa de lucha apenas iniciaba, todas las técnicas y métodos represivos en la guerra contra los Loxicha se trasladaban al movimiento magisterial y popular extendiéndose por todo el Estado e impactando en la política nacional, siendo conocida a nivel internacional.
¡14 de junio: ni perdón ni olvido!
¡Cárcel para Ulises Ruiz Ortíz!
Desde un rincón del exilio,
Juan Sosa Maldonado
Defensor de Derechos Humanos