Julisa Sánchez
Oaxaca, entidad federativa ubicada al sur de México que ocupa el último lugar en desarrollo, sumándose a esta realidad una severa crisis sanitaria, en seguridad y justicia, principalmente, hoy se presenta en otro contexto de paz y progreso a través de los informes y discursos de los que ocupan un cargo público.
Como cada final de año y de sexenio, la contratación de espectaculares a nivel nacional, anuncios publicitarios en transporte público, y panfletos que se regalan en las esquinas de la ciudad capital, muestran un Estado que ha exterminado la pobreza, con obras de gran impacto social y de vanguardia, además de indicar un éxito nacional en iniciativas desde las diferentes corrientes partidistas.
Sin embargo, el Oaxaca de hoy es visible a través de una sociedad molesta, indignada, lastimada y engañada por los que concluyen sus funciones y también por los que hoy se encuentran en el Senado de la República, en la Cámara de Diputados Local y Federal.
Mientras tanto, un nuevo gobierno se prepara para iniciar el 1 de diciembre bajo el mando del Ing. Salomón Jara, quien únicamente ha expresado que hay malos informes en la Secretaría de Turismo, la Secretaría de las Infraestructuras y el Ordenamiento Territorial Sustentable (SINFRA) y en los Servicios de Salud de Oaxaca (SSO), pero sin establecer la ruta de la procuración de justicia del pueblo de Oaxaca.
En ese sentido y ante la falta de un plan de desarrollo y de rescate urgente para Oaxaca, algunas organizaciones sociales y comunidades comienzan a anunciar su inconformidad ante un gobierno que aún no ha iniciado, pero parece estar sentenciado a la ignorancia, corrupción, impunidad y falta de progreso debido a las malas administraciones en la función pública de los distintos niveles.
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