Julisa Sánchez / Tucán
Próximamente, el gobierno de Salomón Jara Cruz alcanzará la mitad de su periodo, y los resultados no son alentadores. Los rezagos en salud, seguridad, educación, deporte y cultura, así como una creciente violencia y crisis económica, se suman a la ausencia de obra pública y de servicios básicos para el bienestar de la población.
La llamada primavera oaxaqueña abrió una brecha de inconformidad en comunidades, municipios y diversos sectores sociales, y lo que ocurre en el gobierno de Jara se replica en los gobiernos municipales de la cuarta transformación, principalmente.
Además, el despilfarro de recursos también ha sido una constante. La Guelaguetza 2025 representó uno de los gastos más grandes de la administración, incluso más visibles que en ediciones anteriores, lo que intensificó el malestar ciudadano.
A la mitad del camino, políticos aliados y opositores suelen advertir que “viene el descenso”, el ocaso de la primavera oaxaqueña. En el caso de Jara, muchos consideran que ya no podrá levantarse, y lo que se avecina es la revocación de mandato a través de la consulta ciudadana. En este proceso, la estructura de Salomón Jara, además de la legislativa y próximamente la judicial intentarán darle oxígeno a un gobierno oscuro, sostenido bajo la narrativa de la primavera oaxaqueña.
Hoy, Jara Cruz se encuentra aislado de la política federal, y su imperio se debilita más ante las malas asesorías y decisiones de sus más cercanos colaboradores.
Mientras tanto, el movimiento político para la sucesión de Salomón se adelantó, donde algunos personajes con apellidos nada gratos para Oaxaca ya se asoman en espera de la indicación federal.
