ARRIBAN CIENTOS DE PATOS, GARZAS NEGRAS Y OTRAS AVES EN TERRENOS DE XOXO

Carlos Mar

“En una granja, mamá pata vio que entre sus hijitos, que apenas habían roto el cascarón, había uno que era diferente”.

¡Caramba! –le dijo su amiga pata- éste chiquillín no se parece a ti… bueno, pero esto no es el cuento clásico de El patito feo, no.

Ésta es una historia real.

Sucede que un domingo muy por la mañana decidí almorzar en el mercado de la Villa de Zaachila. Impetuoso monté mi bicicleta y empecé a pedalear.

Salvando monstruosos baches, incontables topes y gases contaminantes, enfilé sobre la Avenida Guadalupe Hinojosa, la que lleva hasta el vidriado edificio de la Cámara de Diputados.

Lo que parecía un Sol esplendoroso, se convirtió de pronto en un negro nubarrón, el cual se agitaba como un fuerte remolino y se desplazaba como si tuviera cientos de alas, y ahí, justamente ahí donde tiempo atrás funcionaba una empresa trituradora de piedra y arena, aterrizaba como en un gran aeropuerto, dividido por el asfalto de la carretera.

Un tope me obligó a detener mi viaje, pero además, las manchas de sangre que parecían haber escurrido de aquella nube negra.

Con gran asombro vi como aquella nube se dispersaba en rítmicos movimientos sobre aquellas aguas que ahora además reflejaban tenues rayos de Sol.

¡Claro! Tampoco pensé que fuera “El Lago de los Cisnes”, pues muy lejos estaba la música de Peter Tchaikovky, la cual era remplazada por cientos de alegres graznidos y dinámicos aleteos cual remeros en alta mar.

¡Sí! Frente a mí, tenía a cientos de patos silvestres tipo “buzos”, gozando del bello amanecer.

Pero no solo eran patos, también se confundían las garzas blancas, negras y cafés, luciendo su esbeltez, distintos pájaros multicolores y también algunas aves de rapiña.

A escasos pasos de las aguas estancadas, sendos letreros con leyendas de “SE VENDE”.

Luego me pregunté ¿Qué se venderá? ¿las aves? ¿los restos de arena? ¿los terrenos sin servicios?…

Efectivamente, lo que “se vende” son los enormes terrenos localizados en la entrada de San Isidro Monjas, secundado por letreros que reza; Santa Cruz Xoxocotlán.

Antes de llegar al Motel Villaferr, desde lo alto, como si remontara el vuelo, un coqueto conejito observa a los cientos de aves que se divierten sobre las aguas. Solo de vez en cuando voltea a mirar a los patitos que yacen muertos sobre la carretera al ser alcanzados por un auto en su veloz carrera o que al perder el vuelo se estrellan contra los parabrisas, o la selva de asfalto.

Como “dicen” que la curiosidad mata al hombre, no quise ser hombre muerto y tomado mis precauciones me acerqué hasta lo que parecían hermosos lagos o lagunas.

Grande fue mi sorpresa al ver que no son más que gigantes superficies de terrenos con aguas estancadas que quedaron en “parte baja” al ser construida la mencionada vía de comunicación, y al no tener corriente, ahí quedaron esas aguas como criaderos de mosquitos y zancudos, depósito de basura, plásticos, y olores nauseabundos.

Ni por equivocación, divise algún letrero que anunciara una “zona de reserva ecológica”.

Mucho menos “santuario de patos silvestres”protegido por la Secretaría de Ecología o “éste espacio es vigilado por la sociedad pía en defensa de la vida silvestre…”.

Para fortuna para estos bellos ejemplares, para dormir y anidar, muy cerca de su entorno de natación crecen tupidos carrizales, higuerillas, eucaliptos, huamuches, sauces, arbustos y pastizales.

Además de hierbas acuáticas, pececillos (charales), ajolotoes (por las aguas lodosas) y diversos insectos para su alimentación.

Tampoco descubrí algún recipiente con alimento para aves olvidado por algún ecologista…

Me surgió la interrogante:

Alguna Secretaría, las famosas organizaciones no gubernamentales, algún aguerrido ecologista, autoridades municipales o federales ¿podrían recuperar estos espacios para darle una vida digna a estas aves silvestres en vías de extinción?

Aunque es un tanto peligroso cuando interviene la mano del hombre, bien podrían crearse las condiciones para hacer de este lugar un santuario de patos silvestres, como un atractivo turístico, por la ventaja de su cercanía con la ciudad de Oaxaca.

Ideas hay miles, falta sacudirse el burocratismo y despegarse de la silla y de la computadora.

¡Ahí se los dejo de tarea!

La Patita, de Francisco Gabilondo Soler “CRI CRI”, ya es una leyenda.

La realidad está rumbo a la Cámara de Diputados.

¡Al agua patos!

Terrenos de Santa Cruz Xoxocotlán
Terrenos de Santa Cruz Xoxocotlán

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