DÍA DE MUERTOS. TRADICIÓN ANCESTRAL DE NUESTROS ANTEPASADOS

“No para siempre en la tierra. . . sólo poco aquí” Nezahualcóyotl.

Por: Lic. Javier Jacob Jiménez Ortega.

jacortega74@hotmail.com

¿Mito o realidad? La costumbre de rendir culto a nuestros difuntos en los días primero y segundo día del mes de Noviembre de cada año data desde la época prehispánica pero posteriormente se fusionó con la llegada de los españoles, mezclándose dos tradiciones: la indígena y la española, misma que dio como resultado una de las fiestas mexicanas que más trascendencia tiene hoy en día, con toque característico que la diferencia de cada comunidad o región.

La fiesta de Día de Muertos, es una celebración mexicana que honra a los difuntos el día dos de Noviembre, comienza desde el día primero de Noviembre, y coincide con las celebraciones católicas de “Día de los Fieles Difuntos” y “Todos los Santos”; tradición que ha perdurado durante generaciones, a pesar de la influencia de extrañas culturas provenientes del extranjero, como por ejemplo: “Halloween” (Noche de brujas) tradición anglosajona que ha influido en algunas regiones de México, mezclándose en las llamadas comparsas, donde aparecen varios personajes místicos alusivos a los muertos, entre ellos, la “Catrina” originalmente llamada la “Calavera Garbancera”, que por cierto, es una figura creada por José Guadalupe Posada y bautizada por el muralista Diego Rivera; luego entonces, el culto a los muertos tiene un origen muy complejo y obedece al impulso de rendir e implorar a los Dioses su protección, siendo por ello, que el culto a la Muerte, -según los estudiosos de las tradiciones mexicanas del México Prehispánico- es uno de los elementos básicos de la Religión de los antiguos mexicanos, pues creían que la Muerte y la Vida constituyen una unidad, lo cual consideraban que la Muerte no es el fin de la existencia, sino un camino de transición hacia algo mejor, de tal manera, nuestros ancestros, decían que los muertos desaparecen para volver al mundo de las sombras para fundirse al aire, al fuego y a la tierra; creían que cuando alguien llegaba a fallecer, se le organizaba fiestas para ayudar su espíritu en su camino a otra etapa después de la vida; lo cual enterraban a sus muertos envueltos en “petate”, colocándoles a su alrededor comida para cuando sintieran hambre, ya que, su viaje por el “Chegnahuapan” (del Náhuatl: nueva apan, en el río, o sobre los nuevos ríos) parecido al purgatorio.

De tal forma que nuestros ancestros enfrentaban a la Muerte con dignidad, rindiendo culto al ser querido, colocando en sus tumbas diversos objetos como vasijas, adornos de jade, pectorales de oro, anillos de oro entre otros; pues representaban a la Muerte, para que de esa forma, al ser querido no le faltará nada para cuando transitará a la otra vida espiritual y así completar la felicidad y la eternidad de sus almas.

Posteriormente en el siglo XVI, cuando llegaron a América los españoles, trajeron sus propias celebraciones del Día de Muertos cristianas y europeas, donde se recordaba a los muertos en el Día de Todos los Santos y al fusionarse las tradiciones españolas con nuestras tradiciones prehispánicas, coincidieron las festividades católicas del Día de todos los Santos y Todas las Almas con el festival similar mesoamericano, creando el actual Día de Muertos.

Ahora bien, a sabedor de que ésta tradición de Día de Muertos, es una mezcla entre lo cristiano con el Paganismo de los pueblos indígenas, puesto que, es una fusión entre lo místico y

religioso en la forma de venerar a nuestros difuntos, levantando Altares para ofrecer ofrendas, en donde se colocan flores de Cempaxúchitl (flor de muerto), velas de cera, tamales de hija de plátano o de totomoxtle ya sea de mole negro o de frijol, chocolate junto con el pan de muerto, se queman incienso en bracerillos de barro cocido, así mismo, se colocan en los Altares, imágenes cristianos, o bien retratos de nuestros familiares ya fallecidos; sigue siendo una tradición ancestral que no debemos olvidar, a pesar de la influencia de Halloween (noche de brujas) que nada tiene que ver con nuestra tradición de día de muertos, aunque algunos piensan que es similar, lo que no es cierto, ya que, nuestra tradición proviene desde tiempos prehispánicos que después se fusionó con la tradición española, sigue siendo original en la forma de recordar a nuestros difuntos, quienes “espiritualmente” consumirán los alimentos, que en ofrenda se dejan en los altares e inclusive el día dos de Noviembre de cada año, las familias mexicanas visitan los panteones, llevando diversas flores entre ellas, la flor de Cempaxúchitl (flor de muerto) para adornar las moradas de nuestros familiares ya fallecidos, inclusive les llevan música en vivo para recordar aquellos momentos inolvidables del ausente, el ser querido; es por ello, sigue vigente una costumbre ancestral que debemos conservarlo como patrimonio de la humanidad.

“Somos mortales, habremos de irnos algún día, habremos de cruzar esa línea de la Vida y la Muerte; pero no olvidemos de disfrutar intensamente la vida, como si fuera el último día de nuestra existencia”,

IN MEMORIAN Sr Javier Jiménez Torres.

Día de muertos en Atzompa
Día de muertos en Atzompa

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