Con un lleno total, este domingo 20 de julio, el Auditorio Guelaguetza fue testigo del sacrificio de la princesa zapoteca.
Se escuchan los cascabeles y tambores. El sonido del caracol anuncia un acontecimiento importante, ha nacido la hija del rey Cosijoeza y la princesa Coyocotzin, su belleza y la alegría por su llegada en el Valle de Zaachila, fijan su nombre y destino, se llamará Donají, nombre sonoro y dulce que quiere decir “Alma Grande”.
Tiboot, el sacerdote de Mitla, descifra en el cielo el destino de aquella niña. El signo de la fatalidad estaba en el cielo cuando ella nació; Donají entregará su vida por amor a la patria.
Luces, colores y sincronizadas danzas llevan a oaxaqueños y visitantes por los pasajes de la historia de la noble princesa zapoteca. El Auditorio Guelaguetza, se encuentra lleno de color y vida, recreando la constante lucha entre los pueblos mixtecos y zapotecos por conquistar las tierras de Antequera.
Desde las gradas, el presidente municipal Javier Villacaña, en compañía del alcalde de la comuna de Santa Cruz, provincia de Colchagua, República de Chile, William Arévalo y la Diosa Centéotl, Jacqueline Rosario Reyes Sarabia, admiran la magistral representación de aquellas batallas entre zapotecos y mixtecos.
Una noche, el estruendo de la guerra despertó a la núbil princesa; mixtecos y zapotecos igualmente fuertes, sabios y poderosos se enfrentan por el poderío.
Los guerreros zapotecos, traen un prisionero moribundo. La sangre baña su cabeza y una palidez mortal cubre su rostro. Sus ropas y sus armas dicen que pertenece a elevada alcurnia. Donají, compasiva, lava sus heridas y le ofrece su cuidado.
Se trata del príncipe Nucano, “Fuego Grande”, monarca mixteco valiente y arrojado que guía a su pueblo hacia las victorias. Luego de su encuentro con Donají, es liberado, permaneciendo entre ellos el amor juvenil que los llevará a lograr la paz entre sus pueblos.
Entabladas negociaciones de paz, los mixtecos pidieron en prenda a la dulce princesa, que embellecía los días de su padre Cosijoeza. Si por alguna circunstancia el rey zapoteco no respetaba los tratados, la princesa sería muerta por los guardianes mixtecos.
Una noche en que los mixtecos dormían confiados, Donají pide a una de sus damas enviar a su padre el recado de era la ocasión propicia para tomar Monte Albán. Se escucha la presencia de los suyos en el campamento, quienes atacan a los mixtecos, dándoles muerte antes de haber organizado la defensa.
La princesa estaba lista y se disponía a huir, cuando los guardianes mixtecas la apresaron, para vengar la afrenta de los zapotecos.
Cada escena mantuvo expectante al público, observando el misticismo de este magnífico espectáculo lleno de luz, color y música prehispánica, donde se da cuenta del sacrificio de amor de la princesa zapoteca Donají,
Un ambiente sombrío ronda el Valle de Oaxaca. “Alma Grande” cumplirá su destino. La ira de los mixtecos no se hace esperar, a las orillas del río Atoyac, de un solo tajo, cortaron su cabeza y su tibia sangre enrojeció con líquidos claveles las ondas cristalinas.
Paso mucho tiempo. Un día un pastor descubrió un insólito lirio al pasar por las márgenes del afluente y 15 días después ocurrió lo mismo, como si un misterioso poder lo conservara. Al excavar un poco sobre aquel sitio, se descubrió el cuerpo inerte de la mártir princesa Donají, en cuya cabeza había enraizado un lirio del valle.
La dulce princesa es sepultada en Cuilapam, junto a su amado Nucano. Su rostro, con el lirio emergiendo de su oído, hoy da identidad al Ayuntamiento de Oaxaca de Juárez.
La gran belleza y gracia de Donají cautiva a oaxaqueños, turistas nacionales y extranjeros que pudieron disfrutar de este maravilloso espectáculo, que como cada año antecede a la máxima fiesta de Oaxaca, la Guelaguetza, haciendo vibrar el auditorio del cerro del Fortín, con la música e historia que enriquece la vida de la capital.
Una lluvia de fuegos pirotécnicos multicolores, anuncia el final del espectáculo, con nutridos aplausos, miles familias oaxaqueñas, así como visitantes de diversas partes del país y del mundo, aplauden emocionados y conmovidos por esta historia que en un ambiente de misticismo y solemnidad da cuenta del sacrificio, lealtad y amor de la bella Donají a su pueblo y la raza zapoteca.