Los mismos apellidos, las mismas ruinas: Oaxaca rumbo al 2028

La carrera por la sucesión en Oaxaca ha comenzado y, como era de esperarse, los nombres que empiezan a figurar no representan ninguna novedad. Senadores con trabajo gris, como Susana Harp y Raúl Bolaños Cacho Cué, nuevamente buscan proyectarse como figuras de cambio, cuando en realidad han estado ausentes de las causas más urgentes del Estado desde sus curules en el Senado.
Ambos legisladores han brillado por su silencio ante temas como la inseguridad, la crisis hospitalaria, el abandono del campo, el rezago educativo y el saqueo sistemático al erario. Sin embargo, ahora aparecen en escena como aspirantes a suceder a Salomón Jara Cruz, en un intento más de perpetuar la rotación de élites políticas en el poder.
• El reciclaje político de siempre
Detrás de cada candidatura se asoman los rostros de siempre: muratistas, gabinistas, diodoristas, ulisistas y jaristas, las mismas familias y grupos de poder que, durante décadas, han convertido a Oaxaca en una tierra de pobreza estructural y clientelismo electoral. La alternancia ha sido, en realidad, una simulación: todo queda en lo mismo. El “cambio” es solo una palabra en el discurso; la imposición, la norma en la práctica.
• De movimientos sociales a escalones de poder
Oaxaca ha sido cuna de importantes movimientos sociales como el del 2006, encabezado por el magisterio, y de expresiones armadas como el EPR, que surgieron como resultado del hartazgo social. Sin embargo, estos movimientos fueron cooptados o desviados por intereses individuales. Muchos de sus antiguos líderes hoy ocupan cargos públicos y curules, lejos de los principios que alguna vez enarbolaron.
• Un Estado capturado por la necesidad
En este contexto, Oaxaca sigue en el último lugar en desarrollo a nivel nacional. La pobreza y la necesidad son utilizadas como mecanismos de control político. Salud, seguridad, justicia, obra pública y educación siguen siendo promesas eternas, mientras el presupuesto se reparte entre los mismos beneficiarios de siempre.
Los oaxaqueños no necesitan más nombres conocidos o discursos reciclados. Necesitan resultados, verdad y compromiso. Y eso, hasta ahora, no se vislumbra en quienes ya levantaron la mano para 2028.
Foto: Fundación México.
Susana Harp
Susana Harp

Leave a Comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

*