Bienvenida esta primera red empresarial de reacción rápida ante agresiones al periodismo

Miradas de reportero

Por Rogelio Hernández López

Colegas periodistas, confieso que no supe a qué personas felicitar por ese anuncio que debe importar a todo el gremio. El 31 de agosto se informó que ya está actuando en México la primera red de reacción rápida de empresas de comunicación y periodismo para apoyar a medios y periodistas agredidos con el nombre de Alianza de Medios MX.

Esta convergencia patronal es muy trascendente. Hace al menos 20 años que se deseaba ver reacciones colectivas de las empresas para enfrentar las agresiones al periodismo, más allá de difundir notas de asesinatos y hacer reclamaciones al Estado.

Tiene una enorme significancia que se formara una instancia de coordinación de empresas, aunque todavía sean pocas y no obstante que su agenda no incluya promover acciones para disminuir la vulnerabilidad laboral y social de los trabajadores de la prensa más que ofrecer “opciones de actualización profesional”. Sí hay que felicitar a quienes promovieron y lograron su creación.

Los 13 primeros aliados

La Alianza de Medios es legalmente una asociación civil. Comenzó a trabajar desde enero de 2020. Es de presumir que actuará como fundación, sin carácter lucrativo, para ofrecer servicios y apoyo a medios y periodistas que lo soliciten.

Es ya la primera organización mexicana en su tipo con recursos económicos y funciones similares a las internacionales que actúan en México como Artículo 19 (de origen inglés), Comité de Protección a Periodistas (de origen estadunidense) y con menos alcances Reporteros sin Fronteras (de origen francés). Otras parecidas apoyan a defensores de los derechos humanos como Brigadas Internacionales de Paz (con sede en Bélgica).

Las trece firmas empresariales de la nueva Alianza probablemente emplean entre 8 mil y 10 mil trabajadores de medios, incluidos unos 3 mil periodistas.

Son aliados cuatro impresos industrializados, tamaño mediano, con sede en la Ciudad de México: El Economista, El Heraldo, Publimetro. También se encuentra el semanario Proceso, único de estos cuatro que cuenta con una red de corresponsales que nutren su agencia APRO.

Son parte también tres empresas en los estados que han desarrollado diarios de referencia nacional: El Dictamen de Veracruz, Vanguardia de Coahuila y El Debate de Sinaloa. Son también de tipo industrializado y con plantillas de personal un tanto numerosas.

También convergen tres empresas, relativamente recientes que han ganado presencia y fortaleza digital, con plantillas reducidas de periodistas. La menos desarrollada de estas es Político MX. Los otros dos más acreditados son Eje Central y La Silla Rota.

En estos se encuentran a colegas que han bregado por años con tareas de protección a periodistas y por la libertad de expresión, ya sea por sus medios originales o apoyando a la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP): María Idalia Gómez, editora en jefe de Eje Central y Roberto Rock Lechón, director de La Silla Rota. Presumo que son dos de los iniciadores de la nueva alianza.

En la alianza están dos empresas más grandes que, pese a las crisis, aun emplean a miles de personas. Estos son el diario El Universal único que aún se distribuye en casi todo el país y la Organización Editorial Mexicana (OEM) editora de 50 periódicos casi todos de nombre El Sol y propietaria de 24 radiodifusoras, una estación de televisión local en Durango

Y el mayor de la convergencia empresarial, no es un medio, es la Cámara Nacional de la Industria de Radio y Televisión (CIRT), una especie de sindicato empresarial y que, según su sitio web, representa a más de mil seiscientas emisoras de radio y televisión que alcanzan una cobertura del 99 por ciento del territorio nacional. Entre todos sus afiliados podrían emplear alrededor de 6 mil personas.

Su agenda

Por su diversidad y pluralidad de líneas editoriales, son de imaginarse las muchas dificultades que tuvieron los representantes de estas trece firmas empresariales para concertar la creación de la asociación civil Alianza de Medios MX como “una instancia de colaboración” y una agenda todavía limitada.

El desplegado del 31 de agosto de 2021, donde anuncian su existencia, informa que tienen como intención esencial: “el compromiso de crear una atmósfera de garantías suficientes para el ejercicio del periodismo en México.”

Y enumeran cuatro metas comunes: “(1) defender la libertad de expresión, (2) combatir la impunidad en los casos de ataques contra periodistas y medios, (3) exhortar a una mayor cercanía con la comunidad a la que servimos, y (4) abrir espacios de reflexión sobre los diversos desafíos que encara nuestro sector, en todos sus ámbitos y plataformas. (más información en https://alianzademediosmx.org/quienes-somos)

Y en su sitio web despliegan información de sus operaciones iniciadas un año y medio antes y anuncian su red de reacción rápida:

“Desde inicios de 2020, la Alianza auspicia un grupo interno de trabajo permanente bajo la encomienda de integrar y depurar bases de datos sobre este tipo de ataques, e investigar de forma inmediata, en el lugar donde se produzcan, nuevos atentados… De la misma manera, ha diseñado una red de corresponsales que nutren estos trabajos desde toda la geografía nacional.”

Otros servicios a periodistas serán coordinados desde ese sitio en Internet con “los materiales generados y ofrecerá a informadores de todo el país o de otros países que lleven a cabo su labor en México, opciones de actualización profesional, guías para protegerse ante riesgos profesionales, reclamar sus derechos o pedir ayuda ante amenazas o nuevos ataques, entre otros canales de colaboración.” (Subrayados de RHL)

Lo que falta

Todo lo descrito es extraordinario porque no existía una coordinación de empresas de comunicación y periodismo con esos propósitos.

En el gremio tenemos que darle la bienvenida a la Alianza de medios y utilizarla como una herramienta de origen nacional para enfrentar las agresiones, combatir la impunidad y aumentar nuestras medidas de autoprotección. Soy muy insuficientes las instancias del Estado, como la fiscalía especial federal y las estatales, el Mecanismo de Protección y los pocos mecanismos en los estados.

Pero falta mucho todavía para detener y anular el largo ciclo de agresiones con asesinatos contra periodistas.

Es deseable que más empresas privadas y públicas de comunicación y de prensa, de las más de cinco mil que existen en México, se sumen a esta alianza o que surjan frentes patronales similares.

Igualmente, es indispensable que las y los profesionales del periodismo por su lado continúen agrupándose gremialmente no solo para generarse ingresos sino para defender su integridad física, mejorar sus condiciones de trabajo y para elevar sus fortalezas profesionales.

Y habrá que pugnar porque el Estado aporte otras acciones para crear esa atmósfera de garantías suficientes para el ejercicio del periodismo en México (como quiere la Alianza de Medios).

Una es que el Congreso de la Unión y el gobierno federal reconozcan al ejercicio del periodismo como una actividad del interés público que merece respeto, auspicio y protección.

Y otra es que el gobierno federal diseñe un programa especial, como se ha insistido, para reducir las vulnerabilidades laborales, académicas, y sociales de quienes están más expuestos a riesgos, sobre todo en los estados.

Por lo pronto, creo que la nueva Alianza pronto informará qué personas la dirigen, de dónde proviene su financiamiento, del por qué eligió una metodología de evaluación desapegada de la ley de protección que considera periodistas a todos los usuarios de la libertad de expresión, de cómo evitará convertirse en un grupo de presión que aproveche la necesidad de periodistas para beneficios privados. Bienvenida esta primera alianza patronal.

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