Borremos a los falsarios del periodismo

Miradas de Reportero

Por Rogelio Hernández López

Fue como burla que, cuando instituciones y organizaciones internacionales defensoras de libertad de expresión y del periodismo hacían recomendaciones para combatir las noticias falsas en la web, en varios muros de periodistas mexicanos se replicaban alegremente varios de estos virus. Los de la semana pasada fueron un video perversamente editado que dañó a un profesor de preparatoria en Jalisco, o el rumor de la muerte de Carmen Aristeguí y otros muchos. Es el pan digital de cada día.

Es muy jodido que estas cosas pasen, libre y alegremente, a zonas virtuales donde cohabitamos profesionales de la información. En mi muro de Facebook he procurado invitar o aceptar la amistad únicamente de periodistas; en siete años cuento solamente a 1,409 “amigos”, entre ellos alrededor de 40 grupos de todo el país. Eso me hacía suponer que los materiales compartidos serían de asuntos serios de la profesión.

Pero, la mayoría de estos “amigos” míos acepta a toda persona que lo solicita. Hay grupos como el sedicente “Prensa Internacional Noticias por Periodistas de todo el mundo” que tiene anotados a 25 mil 766 miembros. ¿De veras hay tantos periodistas? Claro que no. Se les montan políticos o sus voceros, otros hambrientos de fama fácil y muchos sedicentes periodistas que desconocen los mínimos estándares del manejo profesional de la información. Los falsos periodistas, son en su mayoría los falsarios.

Mal viejo

Por lo menos desde 2008, comenzaron las advertencias, de medios de comunicación, organizaciones de periodistas y académicos, de la invasión en internet de las llamadas “faked news”. Ejércitos de mercenarios profesionalizaron procedimientos digitales para robotizar la difusión de propaganda y denuestos contra personas, corrientes políticas o gobiernos. Paralelamente aumentó la tentación política de los autoritarios de imponer normas a la libertad de expresión.

Pero la práctica de los falsarios profesionales y “espontáneos” aumentó exponencialmente y arrastra a demasiados periodistas. Esto es lo inaceptable. Por eso aumenta la exigencia, dentro del mismo periodismo de recuperar su esencia para evitar que sea más grande la pérdida de credibilidad.

Hace 9 meses, como resultado del Congreso Mundial de Noticias realizado en Cartagena, Colombia, por del Foro Mundial de Editores se refrendaron los cinco principios para ayudar a reconstruir la confianza en el periodismo profesional ante “la realidad actual donde la información falsa y distorsionada es compartida con facilidad…”

“1. En un mundo de hiper-información, la credibilidad, la independencia, la precisión, la ética profesional, la transparencia y el pluralismo son los valores que confirmarán una relación de confianza con el público.

“2. El periodismo de próxima generación se distingue de otros contenidos por el cuestionamiento y la verificación del material que circula en las redes sociales, de una forma vigilante y diligente. Reconoce las redes sociales como una fuente de información para una posterior comprobación de los hechos y como plataforma para el aprovechamiento de contenido profesional.

“3. La misión del periodismo en este siguiente nivel es servir a la sociedad de manera positiva al proporcionar información verificada de alta calidad y establecer a las empresas de noticias como marcas que certifiquen la confiabilidad del origen del contenido.

“4. Un requisito del periodismo de próxima generación es que va más allá de los hechos básicos. Esto permite y fomenta el análisis, la presentación de reportajes con contexto e investigación, y la expresión de la opinión informada. De esta manera pasamos de la mera presentación de noticias a brindar conocimiento que da poder.

“5. El periodismo de próxima generación debe ser impulsado por la confianza y los principios rectores de relevancia social, interés legítimo y veracidad”.

Pero el fenómeno sigue irrefrenable.

Llamamiento especial

El 3 de marzo se emitió la declaración conjunta sobre libertad de expresión que hacen anualmente desde 1999 el Relator Especial de las Naciones Unidas (ONU) para la Libertad de Opinión y de Expresión, la Representante para la Libertad de los Medios de Comunicación de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), el Relator Especial de la OEA para la Libertad de Expresión y la Relatora Especial sobre Libertad de Expresión y Acceso a la Información de la Comisión Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos (CADHP).

Esta vez introdujeron el tema de “Noticias Falsas” (“Fake News”), Desinformación Y Propaganda y encontraron el apoyo de ARTICLE 19 y del Centro para la Libertad y la Democracia. La declaración contiene fuertes rasgos de alarma, entre otras cosas, por los riesgos de que los excesos en las redes sociales provoquen que los gobiernos quieren restringir más la libertad de expresión que ha encontrado sus mejores momentos en la era digital.

A los periodistas nos recomiendan, en esencia, lo mismo que los editores:

“Los medios de comunicación y los periodistas deberían, según corresponda, apoyar sistemas efectivos de autorregulación, a nivel de sectores de medios específicos (como órganos profesionales) o en el plano de los medios individuales (ombudsmen o editores públicos), que incluyen estándares para propiciar la veracidad de las noticias, entre otras cosas, contemplando el derecho de rectificación y/o réplica en el caso de hechos incorrectos en los medios.

“Los medios de comunicación deberían evaluar la posibilidad de ofrecer una cobertura crítica de la desinformación y la propaganda como parte de sus servicios de noticias, lo cual sería congruente con su rol de vigilancia en la sociedad, sobre todo en períodos electorales y en debates sobre temas de interés público”.

Aún más. El 9 de marzo el XVIII Congreso del Periodismo Digital de Huesca, lo invadió la preocupación por la pérdida dela credibilidad que “costará mucho recuperar”.

Propongo a los colegas mexicanos aportar un granito de arena contra los falsarios. Eliminemos de nuestras listas de “amigos” virtuales a todo aquel que genere o comparta noticias falsas. Quizá sea mucho pedir que reiteremos todos los días los principios del periodismo o al menos verificar antes de informar.

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