PANDORA PAPERS

Los papeles de Pandora, los Pandora papers, desnudan una vez más la hipocresía de los gobiernos, de los políticos y de los grandes hombres de negocios. Siguen aplicando la política de privatización de las ganancias y socialización de las pérdidas, llevándola al extremo.

Esto no sorprende a los políticos ni a la clase pobre, a los primeros porque son parte de esa mafia del poder y la ambición y a los segundos porque, avocados a la sobrevivencia, relegados al olvido, pobreza extrema y marginación por los primeros, ni siquiera se enteran.

El gobierno de Andrés Manuel López Obrador, su gabinete, su partido y sus partidarios, quienes presumen de la Cuarta Transformación, 4T, solamente le ponen un cuatróte al pueblo, aunque se digan de izquierda, y lo son: son la izquierda de la Derecha, ultraderechosa y neoliberal.

Olvidaron los principios de la 4T: no robar, no mentir y no traicionar al pueblo, ya que los políticos, los hombres de negocios, los neoliberales pues, siguen robando, mintiendo y traicionando al pueblo. Expertos en estas artes, el pueblo, aunque se entere, no tiene para dónde hacerse.

Estos viejos operadores de la política, y los nuevos, no tienen principios y solamente obedecen a sus muy personales intereses. Ha sido así la vieja y caciquil historia de la política donde, un acentuado gatopardismo se pasea por la República: cambiar para que nada cambie.

Finalmente, sobre las espaldas de las clases populares cae y recae el saqueo a las arcas de la nación, de sus recursos naturales y las más descaradas imposiciones de gravámenes y robos en descampado como el bien protegido FOBAPROA, fondo al que se pagan millones de pesos.

A quién se le paga tanto dinero es una incógnita, como es una incógnita también, quiénes y en qué otros paraísos fiscales siguen teniendo el dinero, las cuentas que no se han ventilado primero en los Papeles de Panamá en 2016 y ahora en los Papeles de Pandora, impunidad descarada.

De vez en cuando, quienes de una forma u otra son parte de esa clase que roba y explota a la clase pobre y humillada se dejan ver en sus vehículos y yates de lujo para que sepamos quién manda. Compiten por aparecer en los primeros lugares de Forbes, sin pagar al fisco. Los pobres pagamos.

La gran política se juega más arriba, en ese otro gran paraíso fiscal desde donde nos han enviado a sus representantes para entrevistarse con las más altas figuras del poder ejecutivo federal encabezados por Andrés Manuel López Obrador: Entendimiento Bicentenario se llama el juego.

En el sur pobre y olvidado, que contribuye con miles de oaxaquitas para seguir impulsando una de las primeras economías en el mundo, la capital y el Estado están convertidos en un muladar, es que el viejo caciquismo de José Murat está más preocupado por el ascenso y lucimiento personal.

Su negocio son los negocios y sigue moviendo ficha para quedar lo mejor posicionado ante la decisión del gran elector para el relevo sexenal, son los tiempos de las promesas y lucimientos de pre campaña electoral, de buscar y ganarse los apoyos para el ascenso y la impunidad.

De las y los suspirantes por la gubernatura, de la silla gubernamental del Estado, hay quienes, como Raúl Bolaños Cacho Cué, el niño verde de Oaxaca, ya ha viajado al Vaticano a encomendarse al santo Papa. El lucimiento descarado de quienes nacieron en cuna de oro, los hijos de papi.

En la base de la pirámide social, los pobres que pagamos sus lujos y sus excesos, los perseguidos y reprimidos, los migrantes invisibles y/o refugiados que hemos escapado al horror y la muerte, quienes soportando todo tipo de penurias seguimos teniendo la vocación de resistir, exigimos:

¡Paz, justicia y libertad, ya!

Desde un rincón del exilio,

Juan Sosa Maldonado

Defensor de Derechos Humanos

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