¡#SíALaPaz!

Defender Derechos Humanos será fundamental siempre, pero, cuando la guerra en que las potencias mundiales han mantenido siempre a la humanidad se recrudece y deja al descubierto los más descarados deseos de dominación mundial, defender la vida y la libertad es irrenunciable.

Como en todas las guerras, los pobres seguiremos poniendo los soldados y los muertos, los desplazados, los heridos. Muchas heridas del alma permanecerán abiertas para siempre. Mientras, la industria de guerra y destrucción se hincha los bolsillos de dinero con olor a sangre.

Estados Unidos y sus aliados de la OTAN desde hace mucho tiempo han preparado su maquinaria de guerra en todos los frentes. Incluido el frente mediático donde la ciudadanía es bombardeada con las notas de prensa que a ellos les interesa que sean noticia.

El universo mediático es el gran campo de batalla donde se tuerce y fabrica la verdad a modo, una verdad en la que creen incluso quienes pudieran decirse instruidos, formados e informados. En ese universo, diferir y pronunciarse por el derecho a la verdad se convierte en pecado.

En nuestra pequeña aldea global, donde incluso nuestra presencia en el tiempo y en el espacio es insignificante. Decidirse a favor de los seres humanos a los que se les niegan los derechos más fundamentales significa la diferencia entre la sobrevivencia de la especie o el aniquilamiento total.

Un aniquilamiento que es una realidad ahora para miles y ha sido para millones a lo largo de la historia de la humanidad. Historia que puede llegar a su fin con solamente un error humano en la era nuclear. Era en la que los botones rojos de destrucción masiva corren riesgo de ser activados.

No basta con gritar no a la guerra, se trata de construir la paz desde lo más profundo de nuestro ser y entendimiento, se trata de trabajar duramente a todas horas y todos los días de nuestra vida en la construcción de una paz firme y duradera para toda la humanidad y en cualquier lugar del mundo. Incluidos los países que presumen de ser verdaderas democracias.

Después de dos fatídicas guerras mundiales, declaradas así abiertamente, y de una vieja Declaración Universal de los Derechos Humanos, no se conoce un solo país en el que se respeten dichos derechos y donde la vida, la libertad y la dignidad para los seres humanos sean realidad.

Nuestras pasiones humanas nos desbordan, los seres humanos, lejos de amarnos y respetarnos; de amar, cuidar y respetar a nuestra madre tierra nos estamos aniquilando y destruyendo nuestro planeta. Somos incapaces de aprender de nuestro propio sufrimiento y cambiar.

El desarrollo de la ciencia y la tecnología ha demostrado que nuestro planeta tiene el suficiente potencial para que los millones de seres vivos que lo habitamos podamos ser felices, sin la explotación y sufrimiento capitalista a la que somos sometidos para beneficio de unos cuantos.

Unos cuantos a los que sus ganancias millonarias no les son suficientes y pretenden tener más poder político y económico, aunque millones de personas sufran por eso y a ellos les haga falta miles de vidas para disfrutar de sus riquezas. Riquezas generalmente mal habidas.

Ucrania, la población y el territorio ucraniano no es el único frente de guerra, seguimos siendo millones de desplazados por la guerra y la ambición en el mundo y, solamente un reclamo, una exigencia tenemos:

¡No nos nieguen el derecho de vivir en paz!

Desde un rincón del exilio,

Juan Sosa Maldonado

Defensor de Derechos Humanos

Leave a Comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

*