La página debe dar vuelta. El capítulo negro y autoritario de Gobernadores anteriores, tiene que quedar atrás. Quién no recuerda como fue creciendo la inconformidad de un pueblo que al manifestarse, en algunos casos fue ignorado y en otros reprimido.
El hartazgo ciudadano detonó en un gran movimiento social con tristes consecuencias.
Hoy de nueva cuenta el malestar se dejan sentir por las calles de Oaxaca; con bloqueos, manifestaciones, tomas de oficinas públicas, plantones, conflictos agrarios, líos electorales y postelectorales con pérdidas humanas, protestas de defraudados por las cajas de ahorro, una economía tronada con empresas al borde del colapso, el desmedido crecimiento de la pobreza en el Estado.
Pareciera que el “fantasma” del pasado de nueva cuenta se hace presente, con pugnas entre comunidades.
Los dirigentes de organizaciones que según fueron “exterminados” en administraciones pasadas, empiezan a despertar.
¡El pueblo tiene sed de justicia!.
El reclamo magisterial y de algunas organizaciones durante las marchas, es el esclarecimiento de los 26 asesinatos, y desaparecidos durante el conflicto del 2006.
El castigo a los “saqueadores” del erario público que gozan de una total impunidad.
Los oaxaqueños son gente noble, aguantadora y trabajadora, pero también se cansa.
Sabemos de la buena voluntad del Gobernador, Gabino Cué Monteagudo, por dar un cambio de raíz en el Estado. Pero, ¡Algo está fallando!
En 9 meses son imputados al Estado 55 muertos, en comparación con el sexenio de Ulises Ruíz Ortiz, donde llegaron a 108, según se dice en las esferas gubernamentales.
Por otra parte, Oaxaca estará viviendo el año próximo un nuevo proceso electoral, con el relevo de Diputados Federales y Senadores, además de la elección del nuevo Presidente de la República. Y como consiguiente, la efervescencia política marcará una nueva división entre ciudadanos.
¡Un cambio en corto tiempo es difícil, pero no imposible!
EDITORIAL. Impreso en el No. 158 (EL CASO PAULA) de la Revista Tucán.