Por Ignacio Hernández
Como cada año al comienzo de las lluvias, las calles se empiezan a convertir en verdaderos pozas, donde no solo se almacena agua, ya que con la cantidad de basura que se tira en las calles estos lodazales comienzan a llenarse de basura como es llantas viejas, bolsas y botes de plástico, hasta uno que otro animal muerto.
Un punto importante donde podemos observar claramente de lo que se está hablando es en la calle que une a la central con el puente Valerio Trujano, trayecto donde transitan camiones de ruta, camiones de fletes y pasajes, así como taxis foráneos y autos particulares.
Ahí meses antes de que las lluvias llegaran, se comenzó a desprender el pavimento cual culebra cambiando de piel, objeto por el cual se comenzó a formar un agujero que cubría los dos carriles de dicho tramo carretero, motivo por el cual al inicio de las lluvias se formó una “alberca urbana” por llamarla de una forma no tan tosca.
Esta gran alberca aparte de ser un factor de riesgo para la propagación de zancudos, bacteria y malos olores, es un problema para poder transitar hacia el mercado, donde existe gran afluencia de personas y vehículos, eso sin contar los días de plaza durante los cuales el transito vehicular se entorpece, aunado a esto la gran alberca que se puede apreciar es causante de un tránsito más lento al tener que rodearla para evitar que algún objeto al fondo del agua pinche tu llanta o que tu vehículo quede atascado.
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