Julisa Sánchez.
Al sur de la ciudad, a escasos metros del Centro Histórico de Oaxaca se encuentra la Central de Abasto, la zona comercial más grande de la capital, ahí se expenden desde frutas y verduras, hasta calzado de todo tipo, ropa, electrónicos, juguetes, piñatas, animales, entre otros artículos y servicios varios. En la misma área se encuentran almacenes y la central camionera de tercera clase, ahí también se concentran diversos transportes públicos con diferentes rutas a las 8 regiones del Estado.
Durante la pandemia mundial coronavirus (COVID-19) los locatarios y comerciantes diversos se niegan a cerrar sus cortinas y puertas para evitar la afluencia de gente, debido a que señalan es un grave golpe a su economía y la de sus empleados, por lo que han realizado actividades de limpieza de los pasillos en más de una ocasión, así como reducir sus horarios de atención para evitar la propagación del virus al tener una fuerte afluencia de clientes.
Por otra parte, una enorme manta con la leyenda “ZONA DE ALTO RIESGO DE CONTAGIO” fue colocada a los accesos de la Central de Abasto, en protesta de que los asistentes a la zona comercial hacen caso omiso a la recomendación oficial por parte de las autoridades de salud de todos los niveles de “Quedarse en casa”.
Es un hecho que la pandemia ha destapado aún más la situación socioeconómica de la entidad, donde la mayoría de la población en Oaxaca pertenecen a una clase baja, es decir vive con pobreza extrema y en alta marginación, sin servicios básicos, en hacinamientos y buscan el sustento al día, no cuentan con acceso a los supuestos miles de programas sociales de los que tanto se ponderan los políticos en sus discursos.