13 metros de altura mide la obra y posa imponente en el Cerro de Yavego
Julisa Sánchez.
La figura del danzante de la pluma guarda referencia en la tradicional coreografía que cada año se presenta en la Guelaguetza, como bailable representativo de la Región de los Valles Centrales en Oaxaca, interpretado por hombres que bailan en dos filas, cada una es un bando diferente, de un lado los españoles y del otro los mexicanos enfrentándose en la época de la Conquista, con penachos a la cabeza adornados de plumas y espejos, así como trajes coloridos elaborados con telas que ocupa la Iglesia católica, asemejando la evangelización de aquella época, cubierto por un calzón de manta que utilizaban los indígenas. Dicho cuadro coreográfico es uno de los más gustados y aplaudidos por propios y extraños.
La magna obra de más de 13 metros de altura que refiere a este personaje oaxaqueño, yace en el cerro de Yavego de Zimatlán de Álvarez, “El Danzante de la Pluma”, de la autoría del artista plástico oaxaqueño Vladimir Cuevas, fue inspirada desde un sueño de infancia que años más tarde logró hacer realidad.
“Una vez subí y sentí una sensación de hacer esta obra, El Danzante de la Pluma fue un telegrama para mí y fueron 10 años de trabajo junto con el maestro Isaías Muñoz y su esposa Isabel Cruz, Iván y Francisco Cuevas, trabajamos juntos en los últimos meses para concluir la obra y estamos satisfechos con el resultado”, señaló Cuevas.
Luego de radicar varios años en los Estados Unidos, el artista de talla internacional volvió a la tierra zapoteca que lo vio nacer y crecer, para obsequiarle “El nuevo Guardián de Zimatlán de Álvarez”, bautizada así por los oriundos, la estructura hecha en fibra de vidrio se mantiene firme en los accesos de esa comunidad.
“Les quiero dedicar esta obra a todos los zimatecos, a los oaxaqueños y sobre todo a los niños que el medio ambiente les dice que no se puede, como a mí me lo decía algún día, pero que por encima de todos los sentimientos que revoloteaban y un gran equipo de trabajo se hizo posible. Es un regalo de Dios y un hijo más de Zimatlán para todos ustedes”, mencionó Vladimir Cuevas al momento de la entrega de la monumental escultura.
La magnífica escultura en colores negro y dorado refleja la salida y puesta del sol, iluminado por un majestuoso brillo que irradia del enorme penacho, el cual tiene una dimensión superior a los 3 metros. En tanto, dicha obra a sus dos meses de haber sido instalada ya se ha convertido en un atractivo cultural y turístico de propios y extraños, por lo que el próximo viernes 15 de septiembre las autoridades municipales y estatales develarán una placa conmemorativa en honor a Vladimir Cuevas, por su inmensa aportación y legado.