Una comisión de la verdad nos ofrece ahora la 4T para saber lo que todos sabemos: los años de la llamada “Guerra Sucia” aun no terminan y nosotros, además de conocer toda la verdad necesitamos justicia ya.
A la mitad del camino, transcurrido más de medio sexenio efectivo pues lo que sigue es la pelea para ser el o la siguiente habitante de Palacio Nacional, lo que el pueblo tiene es una victoria pírrica y los verdaderos ganadores son los ganadores de siempre, los que mandan de verdad.
Una nueva legislatura federal ha iniciado, nuevos y encendidos discursos se pueden seguir blandiendo, pero eso no cambia nada. El pueblo sigue sin poder mandar de verdad, aunque parezca que la izquierda gobierna, pero no, son, como siempre, la izquierda de la derecha.
Sucede en septiembre, el mes de la independencia y, otra vez, nos repetirán hasta el cansancio que somos libres, que somos independientes y no, no hemos gozado de verdadera libertad y menos de independencia. Han gozado de libertad los viejos caciques para seguirnos explotando.
Los políticos de siempre nos dirán que no, pero basta darse una vuelta por las pobres y olvidadas comunidades indígenas. Otra vez los políticos nos dirán que son libres e independientes. Pero los indígenas no son ni siquiera dueños del suelo que pisan, ni de la comida que producen.
Para los ricos seguimos siendo indios que no hemos superado la época del taparrabo, y tienen razón porque nuestras comunidades indígenas son tan pobres que muchos de nuestros niños no saben lo que es una cama y no han vestido nunca una buena muda de ropa.
Por eso la ultraderecha panista se atreve a organizar concilios con el neo franquista Santiago Abascal, sí Santiago Abascal el de Vox, ese que pretende ser más que Hernán Cortés y sueña con que nuestro planeta sea de su dominio. Una Iberosfera. Es decir, un globo terráqueo ibérico.
Los políticos del Partido Acción Nacional, PAN, como los del también corrupto Partido Popular en España no tienen el valor para declarar su ultraderechismo y adoración al dictador Francisco Franco, Pinochet o Videla pero no tienen empacho en declarar su anticomunismo.
Llaman, eso sí, dictadores a Fidel Castro, a Hugo Chavez o a Evo Morales porque no han podido doblegarlos con sus políticas neocoloniales ni con las guerras de reconquista emprendidas desde hace mucho tiempo en América y otros países del mundo como Afganistán.
Millones de personas siguen padeciendo esas viejas políticas de exterminio contra los pobres y ellos se regodean en verles morir en las vallas de Ceuta y Melilla, en la fosa común del Mediterráneo, el muro norte de México o el que Estados Unidos obligó a construir en el sur de México.
No, a los pobres no nos quieren, quieren nuestras materias primas, nuestra mano de obra esclava y el producto de nuestro trabajo y sí, seguimos trabajando para ellos desde hace mucho tiempo. No, no son ellos los que mandan, mandan los dueños del dinero que los patrocina.
En México saben que no perdieron contra López Obrador, otra vez perdieron contra el pueblo, por eso sigue la guerra y el falso discurso izquierdista del actual ocupante de la silla presidencial quien abierta y descaradamente transfiere el poder a las retrógradas fuerzas militares.
La lucha sigue, la verdadera independencia se seguirá construyendo desde los pueblos y comunidades indígenas, con los obreros y pobres del campo, con los hombres y mujeres que van entregando sus vidas para amalgamar con el cemento de su sangre una patria nueva.
¡Cuál independencia!
Desde un rincón del exilio,
Juan Sosa Maldonado
Defensor de Derechos Humanos