La gran prensa silenciará más al Presidente en abril, mayo, y…

Miradas de reportero

Por Rogelio Hernández López

Un temor pulula en los círculos del Presidente López Obrador desde antes que se decidiera mermar el gasto federal en publicidad: que las grandes empresas de prensa se opusieran a su gestión. Eso ya se está cumpliendo con demasía de críticas; en las campañas electorales le “editarán” más sus mensajes para silenciarlo y podría ser peor.

Tal recelo creció cuando un equipo presidencial hizo (con apoyo de la empresa Intelite) un análisis editorial de los principales periódicos a nivel nacional y confirmó que las opiniones publicadas fueron en general más negativas para López Obrador que para los dos presidentes anteriores durante su segundo año de gobierno.

(ver: https://www.gob.mx/cms/uploads/attachment/file/585193/Ana_lisis_de_la_opinio_n_en_impresos_AAA_Oct9.pdf)

Aun no se difunden los sondeos que han hecho de los líderes de opinión en radio, televisión e internet, pero los resultados podrían tener la misma tendencia porque la mayoría de articulistas y columnistas más influyentes en medios impresos tienen espacios en esas plataformas.

Muy acallado en abril y mayo

Una noticia que se temía porque presiona a que haga silencio ocurrió el 15 de enero: el Consejo General del Instituto Nacional Electoral decidió, con 9 votos a favor y 2 en contra, “limitar” mediáticamente los discursos del presidente en actos públicos, incluidas sus conferencias matutinas al dictaminar que debe abstenerse de opinar sobre el proceso electoral de 2021.

Esto significa que no podrá hablar:

De los partidos, ni de su vida interna, ni su financiamiento;

De coaliciones, ni de plataformas electorales; ni campañas;

De candidatos o aspirantes

De encuestas o preferencias electorales.

De acuerdo con el artículo 134 de la Constitución y la ley electoral todo servidor público tiene la obligación de guardar imparcialidad durante el proceso electoral.

Y más aún durante los 60 días previos a las votaciones (desde el 6 abril a al 7 de junio) todo funcionario está impedido de difundir planes o logros de gobierno, con excepción de mensajes oficiales sobre prevención de salud, seguridad pública y de contingencias.

La resolución no lo acota, pero también implica que el Presidente debe abstenerse de responder a las críticas contra su gestión presidencial, que ya hacen partidos coaliciones y candidatos y que además intensificarán en sus campañas.

Pero si él decidiera responder a las críticas en actos públicos o en las conferencias mañaneras, la ley electoral también obliga a los medios de comunicación a “cernir” y editar todo aquello que se interprete como mensaje del proceso electoral o propaganda electoral.

En Presidencia ya sabían que la mayoría de los corporativos de prensa dosifican la mayor parte de las conferencias de prensa matutinas, prevén que en las semanas siguientes lo harán todavía más y que, en contraste –como ya lo hacen varios medios abiertamente opositores–, seguirán exhibiendo lo que consideran pifias o contradicciones del presidente.

Sólo le quedarían las redes sociodigitales.

Y, puede ser peor

Además, la aprensión en los círculos presidenciales se hizo angustia por un factor externo que se hizo presente estos días en relación con las redes sociales, donde la presidencia ha encontrado la mayor fortaleza para su comunicación política. La noticia fue el veto de las plataformas tecnológicas gigantes, Facebook, Twitter y otras para impedir su uso al todavía presidente Donald Trump y a sus seguidores más radicales.

Es que con ello sentaron el precedente de que empresas privadas pueden silenciar a un jefe de Estado.

Hace no mucho tiempo un especialista en comunicación política, cercano a la Presidencia de la República, reflexionaba sobre el papel de las empresas mediáticas en México y los gobiernos en turno para lanzar una pregunta:

–¿Podrían los medios socavar y deponer a un gobernador y al mismo presidente?

La respuesta es afirmativa porque existen en México, además de leyes que limitan sus expresiones, dos circunstancias muy comprobables:

Por un lado, está lo que han corroborado la mayoría de corrientes sociológicas sobre el tema:

Si la mayoría de empresas mediáticas privadas nacieron y se desarrollaron en el sistema económico de mercado y se beneficiaron de ciertos tipos de régimen político harán todo lo posible por mantener las condiciones que han permitido la acumulación de capital a sus propietarios.

En sentido contrario estas empresas combatirán toda gestión gubernamental que disminuya o amenace con disminuirles sus fortalezas.

En ese caso se aliarán con los partidos, grupos de poder y organismos de presión para socavar la legitimidad de quien amenace su presencia. Eso ha ocurrido en distintos países con gobiernos locales y federales.

Y por otro lado hay condiciones en México para que esto ocurra con el gobierno federal actual porque los medios de comunicación con más audiencias, más capital y por tanto más influyentes conforman un sistema de comunicación política mucho más poderoso que el subsistema de comunicación política del Estado, o sea los medios públicos.

Esto último lo reconfirmaron el Centro Nacional de Comunicación Social (Cencos) Reporteros Sin Fronteras (RSF) y la plataforma Media Ownership Monitor en marzo de 2018.

Dijeron en su informe especial llamado “¿A quién le pertenecen los medios?” que al menos 11 familias mexicanas tienen poseen 24 de los 42 medios más importantes con las mayores audiencias.

Comprobaron que la mayoría de los negocios de dichos grupos están en los distintos sectores de medios (televisión, radio, impresos y digitales, en todos con fuerte presencia) y en otras industrias, como construcción, minería, servicios financieros y casinos. Se han beneficiado del sistema y de los regímenes políticos anteriores.

Esos 24 concentraban en 2018 el 46 por ciento del presupuesto de la publicidad oficial, no solo federal sino también de la mayoría de estados y municipios. Los que ganaban más perdieron más. Y en los tiempos de pandemia acrecentaron sus pérdidas y acusan que parte de la culpa la tiene el gobierno federal.

De acuerdo con el informe estos conglomerados son:

“Grupo Televisa tiene dos canales de televisión abierta (Las Estrellas y Foro TV), además de una radiodifusora (W Radio) y un sitio de internet (Televisa.com). Grupo Salinas cuenta con los canales Azteca uno y ADN 40; otro competidor en televisión abierta es Imagen TV, que a su vez controla Imagen Radio, excelsior.com y el diario Excélsior. El canal de cable Milenio TV participa con milenio.com y el periódico Milenio.”

“Las dos radiodifusoras con mayores audiencias nacionales (Radio Fórmula y Radio Centro) forman parte de estas élites mediáticas, así como los diarios El Universal y Reforma, con versiones en internet y papel. MVS tiene fuerte presencia en radio, aunque también tiene salida por televisión por cable. Una cadena de periódicos y radiodifusoras con fuerte presencia regional, la Organización Editorial Mexicana (OEM), también está entre los grupos que controlan los medios con mayores audiencias. El caso de UNOTV (Grupo Carso de Carlos Slim) llama la atención por ser relativamente nuevo y por su fuerte presencia en internet.”

En contraste también confirmaron que, “al menos mil 100 medios reciben poco o nada del dinero de la publicidad oficial de gobierno.” (Ver https://mexico.mom-rsf.org/es/). Sin embargo, también se puede comprobar que, una parte importe de todos estos siguen las agendas y las pautas de información de los más grandes.

En concreto. Ya está corriendo el proceso electoral de 2021. En él participan, en una insólita coalición opositora, los que fuesen los tres partidos más grandes hasta 2018: Va por México, con el agregado de que son empujados y parcialmente financiados por un frente de origen empresarial llamado Sí por México que ha comenzado a extenderse con delegaciones en varios estados. Se desatará más la guerra política por ganar la mayoría en el Congreso de la Unión y el objetivo mayor para será decantar y disminuir la alta aceptación social del presidente López Obrador. Y así se reflejará más en los medios de prensa más influyentes y más críticos.

Por todo eso, es afirmativa la respuesta a la pregunta ¿podrían los medios socavar y deponer a un gobernador y al mismo presidente?. Si pueden y lo están intentando con críticas sistemáticas, dosificando su información y para lo inmediato encontraron la justificación para comenzar a silenciarlo.

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