Julisa Sánchez/Tucán
El Estado más pobre de México es Oaxaca, entidad federativa que se localiza al sur del País, ha sido escenario de múltiples movilizaciones sociales que han generado violencia y muerte dentro de una permanente crisis en todos sus sectores, la cual se ha agravado en los últimos años.
La pobreza y miseria en la que viven las comunidades en sus “8 Regiones” es latente ante un reclamo de justicia social de los pueblos de Oaxaca, demandas que han sido ignoradas por la arrogancia e indiferencia de las autoridades, quienes tienen los elementos económicos, materiales y humanos para enfrentar las necesidades de los gobernados, pero no la voluntad de hacerlos valer por el bienestar común.
Sin embargo, desde los sexenios de Diodoro Carrasco Altamirano con la aparición del Ejército Popular Revolucionario (EPR), esas demandas sociales se convirtieron en la bandera de un movimiento armado que dejó persecución, desaparición, violencia y muerte, posteriormente a la llegada de José Nelson Murat Casab las cosas se complicaron con movilizaciones sociales y una ola de ejecuciones y encarcelamiento contra líderes sociales.
A la continuidad del Partido Revolucionario Institucional (PRI) tocó el turno en el poder a Ulises Ernesto Ruiz Ortiz, quién fue el gobernador que rompió con los lazos de poder, generando un conflicto social magisterial en el año 2006 y 2007, hecho violento donde fueron asesinadas 28 personas, se sumaron desapariciones y daños graves al patrimonio cultural de la humanidad, el movimiento llegó a su fin ante la renuncia de líderes magisteriales y el encarcelamiento de otros. La rebelión del 2006 fue un detonante para que la economía se fuera abruptamente hacia el fondo.
El movimiento social favoreció a la coalición que encabezaba la propuesta de Gabino Cué Monteagudo, logrando una elección histórica de participación ciudadana, sin embargo, los años pasaron y fue otra decepción, durante su administración se escribió una de las páginas negras de la historia de Oaxaca en el pasado 19 de junio del 2019, donde las fuerzas federales y estatales protagonizaron una masacre en Nochixtlán contra el movimiento magisterial que dejó 9 muertos y cientos de heridos de bala.
Posteriormente tocó el turno de Alejandro Ismael Murat Hinojosa, quien finalizó un sexenio con obras incompletas, deuda pública millonaria, además de una severa crisis en salud, seguridad, economía, educación, despojo y justicia, principalmente.
La herencia que recibió el actual gobernador, Salomón Jara Cruz y su Cuarta Transformación, se ha complicado en la actualidad, los sectores se encuentran en su peor crisis, como es el de la salud, seguridad, educación, deporte, economía, obra pública, conflictos sociales, violencia, etcétera, escenarios que no han podido detener la curva ascendente en la ingobernabilidad.
Las comunidades se encuentran abandonadas y en espera de que las promesas de campaña, no solo del gobernante en turno, también de los diputados, se cumplan a cabalidad para que la paz y el progreso sean una realidad.
Queda mencionar que en las imágenes que se presentan en este artículo son de la casa de salud de la comunidad de San Felipe, Chayuco, Jamiltepec, Oaxaca, donde no hay medicinas, médicos, ambulancia, insumos e infraestructura digna, como dice el ejecutivo estatal en sus discursos. Esta grave situación se multiplica en la mayoría de las comunidades de las 8 Regiones, así también en las protestas de los médicos y personal del sector salud, una realidad que no es tema en tribuna para los diputados que integran la LXVl Legislatura, pero sí en el cuestionamiento ciudadano de ¿Dónde están los millones de pesos destinados a la salud de los oaxaqueños?
Finalmente, la historia de Oaxaca y de sus gobernantes se envuelve en corrupción, influyentismo e impunidad de los responsables de la crítica situación en el sector salud.