Pautas de periodistas y editores que quieren ser Glocales

Miradas de reportero

Por Rogelio Hernández López

Colegas me pidieron opinar sobre el uso recurrente de “titulares estafa” en prácticas periodísticas mexicanas; esa manía muy antigua de poner cabezas atractivas, escandalosas, mentirosas pues. El supuesto era –y es– que así se venden más periódicos, pero en la era digital esta mala práctica se ha extendido, fielmente, como un virus.

Esta es sólo una de muchas malas prácticas de hoy que desdibuja al periodismo profesional. Para conocer alternativas, parece indispensable que revaloremos conceptos nuestros: noticia, periodista y editor; es decir de fines que repensemos nuestras funciones y responsabilidades para producir y emitir noticias confiables, en una identidad renovada que bien puede ser como periodistas-editores Glocales (Acrónimo de Global y local, que acuñó Héctor Feliciano, periodista portorriqueño, desde 2006).

ALGUNAS MALAS PRÁCTICAS

Las inquietudes de las y los colegas surgieron por la circulación profusa en internet de un artículo de Gabriela Berroterán en el portal venezolano Conciencia Periodística. Ella tituló su crítica como “El titular estafa: Aberración más común en el periodismo digital, después del Copy&Paste”.

Cito: “Cada vez son más los medios digitales que empiezan a competir, uno con otros, para ganar una mayor cantidad de seguidores o usuarios, que a su vez les permitan obtener la necesaria rentabilidad en un mercado tan ´competitivo´… esa dinámica conlleva a los medios a perder lo más importante en el oficio periodístico: la credibilidad”.

En México, toda persona del medio conoció los titulares del semanario Alarma (“mátola, cócinola y cómiola”), conoce los similares de La Prensa, de Ovaciones vespertino y de tabloides similares de El Universal y Reforma, donde sus editores suponen que así ganan más lectores –entre personas poco escolarizadas— y que éstos son imbéciles. Mala práctica que se replica en toda ciudad.

Peor es que ésta y otras manías dizque vendedoras se potenciaron en Internet; un poco en los portales de los diarios consolidados y de las grandes empresas multimedia; y un mucho en los cientos y cientos de periódicos digitales, en blogs decadentes y en muros de redes sociales, especialmente en tuiter.

Algunas de las otra prácticas demeritadoras del periodismo, van desde aquellos que se presentan como reportero-editor de un muro o un blog o un “periódico digital” para pedir dinero por no difundir algo, o a la inversa “porque hasta Grecia llega mi sitio web”; proliferaron los que quieren ganar likes (“me gusta”) reciclando como propios contenidos producidos por otros; los que “reviven” noticias o fotografía viejas “porque parecen actuales en esta coyuntura”; los que se montan, con un chistecillo o comentario estridente a

temas de tendencia alta en tuiter (trending topic). Y lo más extendido son los títulos engañosos.

SIETE PAUTAS

Combatir esas prácticas parece una guerra perdida porque las fomenta un mercado excesivamente competido, las estimulan sedicentes periodistas que no encontraron, cedieron o perdieron los mínimos linderos éticos en la era digital. La identidad periodística (editorial, dicen algunos) se ha ido diluyendo, en unos que desesperados acuden a la espectacularidad y la estridencia, en otros que acentúan la mala práctica de disfrazar como noticia los convenios propagandísticos. Así, se demerita más la de por sí escasa credibilidad pública.

Cada día es más urgente perfilar la nueva identidad del periodista. Por eso parece indispensable que revaloremos conceptos en la era digital: la noticia, el periodista y el editor periodístico. Esta misma advertencia la hizo desde hace ya diez años, en 2006, el periodista portorriqueño Héctor Feliciano en un foro convocado por la Fundación García Márquez en la ciudad de Monterrey, México. Los linderos se fueron diluyendo y entreverándose. Y hay que reconocerlos para la nueva identidad. Dijo:

“Los editores tienen nuevas funciones como reporteros. Por ejemplo, en el sitio de Le Monde y en el sitio de la BBC hablamos de un editor de audiencia. Esto no existía hace dos o tres años. En sitios como OhmyNews3 vemos personas con el cargo de Comprobador Rápido de Noticias, personas que trabajan detrás de la audiencia…. o el News Flow Editor (editor de flujos de noticias), es decir, una persona que se encarga de seguir los contenidos a través de varios medios. También existe el History Builder (constructor de historias), aquel que construye la historia buscando el mejor medio; el News Resourcer (de recursos noticiosos), aquel que ve todos los medios, y por último un Multi Skill Journalist (periodista multidestrezas), la persona que sabe hacerlo todo”.

“…un editor se define mucho más ahora –resumió– por la manera en que está ubicado en un flujo de contenidos –vinculado directamente a los productores de noticias, o sea los reporteros—más que por su posición jerárquica. Por eso hablo de un mundo mucho más horizontal…”

Igual cambió “la vieja manera de trabajar del reportero –que habla con las fuentes, que negocia con el editor para saber lo que le corresponde en el diario–, desapareció con el Internet…” Todos los procedimientos son y serán más rápidos, más horizontales…”

Héctor Feliciano enumeró entonces algunas recomendaciones. Este reportero agrega ahora, temerariamente, otras que parecen ser parte del consenso que poco a poco han ido logrando periodistas promotores de la renovación de la deontología periodística para estos tiempos:

* Recuperar al periodista esencial, es decir al reportero, al que busca la información entre las fuentes acreditadas, la procesa, la confirma, la coteja y crea un producto nuevo: la noticia. El que deja las opiniones, los análisis y hasta las críticas mal hechas a otras personas que no tienen el compromiso de construir credibilidad todos los días.

* Entender que los reporteros, sobre todo los que operan en periódicos digitales (lucrativos o no), también adquirieron funciones que otras personas hacían en el proceso informativo: monitoreador de noticias de otros medios, ser su primer jefe de información, su primer jefe de redacción, su primer editor (revisor de géneros, de contenidos, corrector de estilo y hasta cabecero). Sólo así se producirán noticias en tiempo real, pero confiables.

* Entender que también cambió el concepto de editor, sobre todo cuando los periodistas trabajan en empresas chicas, medianas o grandes, de modelo mixto (impreso y digital) o multimedia. Al respecto Héctor Feliciano escribió en 2006:

* “Un editor tiene que ser digital. …los indígenas digitales, (son) las personas que nacieron con un teclado y una pantalla en la casa, y los inmigrantes, somos los viejos, como yo, que vieron desaparecer el telex y que vieron surgir nuevas cosas (..)

* “Los editores tienen que ubicarse tanto en el mundo real como en el virtual… Cualquier editor tiene que hacer arbitraje entre velocidad y calidad…

* “Hay que ponerse al día frente a la globalización. Es increíble que en un diario de papel las secciones siguen siendo las mismas de hace 60 o 70 años: internacional, política, nacional, sucesos. Ahora todas convergen y pelean entre sí…

* “Hay que convivir con la audiencia…. (Ubicar veracidad y sentido de las tendencias de opinión en las redes sociales). El cuarto poder va perdiendo su voz, su poder, y parece que no somos capaces de mostrar que los periodistas tienen mucho que decir”.

Hay que ser “glocal”, –advertía hace 10 años el veterano periodista caribeño– es decir, hablarle a una audiencia que vive en el mundo local y en el mundo globalizado a la vez.

Rogelio Hernández López, Coordinador de la Casa de los Derechos del Periodista
Rogelio Hernández López, Coordinador de la Casa de los Derechos del Periodista

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