Metztli Beltrán.
Bautizado por la voz populi como el “Monumento al Dengue”, la mega escultura de lámina que hacía alusión a una libélula, elaborada por el artista plástico oaxaqueño Luis Fernando Aguirre Andriacci, el día de hoy fue retirada de la base de cantera ubicada en la Glorieta “Lázaro Cárdenas”, lugar que albergó la millonaria obra instalada bajo la gestión municipal de Javier Villacaña Jiménez, en el pasado 2014.
Esta y otras esculturas de animales con el estilo colorido y simétrico de la inspiración del artista originario de Cuicatlán, han sido fuente de polémica y crítica, toda vez que solo algunos ciudadanos aplaudieron dichas obras, mientras que los más conservadores señalaban que no iban de acuerdo a la belleza colonial y arquitectónica de la Ciudad Patrimonio Cultural de la Humanidad, por lo que “La Libélula” luego de recorrer el Centro Histórico, fue colocada en el Periférico hasta el día de hoy, donde hasta el momento no se ha dado a conocer la razón del retiro.
En ese entonces, Villacaña Jiménez no dio a conocer los costos de las magnas esculturas adquiridas durante su administración municipal, solo indicó que “fueron donadas por el artista”.
Un cuadro de óleo que mide 100 por 130 centímetros del artista plástico en el 2015, tenía un costo de 130 mil pesos, mientras que una litografía de 61 por 47 centímetros se cotizaba en 23 mil 500 pesos, según la consulta pública de las obras de arte recibidas como pago en especie a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) y al Servicio de Administración Tributaria (SAT), por lo que se estima que las magnas obras tenían valores multimillonarios y de acuerdo a varios críticos de arte y gestores culturales nacionales fueron adquiridas con recursos destinados al fomento cultural y artístico de Oaxaca, mismo que jamás fue aplicado como tal.
Actualmente las obras como un toro, un Cristo, una jirafa, elefante y pegaso, entre otros animales y seres fantásticos de Fernando Andriacci, se encuentran en las comunidades de Oaxaca, como el caso de San Bartolo y Santa María El Tule, donde propios y extraños aprovechan para llevarse la fotografía del recuerdo.