Apenas hace un mes se cumplieron 72 años de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y ni entonces ni ahora se puede observar a nivel mundial que crezcan los esfuerzos por conocer, divulgar y respetar los postulados de dicha declaración por parte de los gobiernos en el mundo. Lo que observamos es una regresión, transmitida en directo, de lo que debe ser el respeto a un verdadero estado de Derecho para dar paso a un estado de Derecha.
Observamos estados donde las políticas de especulación y búsqueda de ganancias se imponen a millones de seres humanos impotentes que, en su mayoría, ni siquiera son conscientes de que dichas políticas atentan contra sus derechos más elementales por su condición de seres humanos.
El capitalismo inventa necesidades para vender cosas pero hay cosas con las que, aunque sean una pandemia como la del COVID 19, las grandes transnacionales farmacéuticas, los grandes emporios comerciales, siguen lucrando a pesar del dolor y la muerte que ha ocasionado un virus propio de la descomposición de la conducta humana y el rompimiento, desde hace mucho tiempo, del equilibrio ecológico.
Tal parece que miles de años de desarrollo de la civilización, que el desarrollo de las ciencias y las artes, no nos han hecho más humanos y que caminamos apresuradamente hacia la autodestrucción.
Si no nos pesa la muerte de millones de seres humanos, ¿nos pesará la extinción de especies animales y vegetales en nuestro planeta? Si no nos pesa la contaminación de nuestros cuerpos con alimentos chatarra, alcohol y drogas, ¿nos pesará la contaminación de cielos, ríos y mares? Tenemos que hacer algo para salvarnos, lo tenemos que hacer pronto.
Ha llegado el momento de tratar a los seres humanos como personas y para ello también es necesario la conservación de su entorno, nuestro entorno. Es necesario conservar, mejorar la habitabilidad en nuestro planeta, conociendo, preservando, salvando, pero sobre todo educando a esos seres humanos que somos todos.
Observamos diversos desastres naturales sin hacer conciencia de que los seres humanos somos responsables de esos desastres naturales y que, la falta de respeto por la naturaleza, por los seres humanos y las guerras, sobre todo las guerras, pueden terminar con la raza humana y que la naturaleza, nuestro mundo, es capaz de sobrevivir sin nosotros, pero no nosotros sin el equilibrio de esa naturaleza que sustenta nuestra vida.
Más allá de mirar hacia el norte y las políticas que tienen repercusiones mundiales, es necesario mirar hacia el centro, hacia nuestro corazón, ese corazón que somos nosotros, que somos todas y todos. Es tiempo de cambiar, de cambiarnos para que el mundo cambie. De ser mejores para que el mundo sea mejor.
En este principio de la tercera década del siglo XXI, aunque parezca muy ingenuo después de la historia de horror por la que atraviesa la humanidad, guerras no declaradas incluidas, creo firmemente en que es tiempo, que nos queda tiempo para cuidarnos, para salvarnos, para que entre todas y todos:
¡Salvemos al mundo!
Desde un rincón del exilio y con la plena confianza en la construcción de un mundo mejor,
Juan Sosa Maldonado
Defensor de Derechos Humanos