Doña Roberta Lajous Vargas Embajadora de México ante el Reino de España y el Principado de Andorra PRESENTE:
Quien suscribe, Juan Sosa Maldonado, con NIE: Y3454476-M y con dirección de correo electrónico: loxicha@gmail.com de manera atenta y respetuosa, con fundamento en el Artículo 8º de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, me dirijo a usted para exponer lo siguiente:
Soy ciudadano mexicano nacido de padres pobres y analfabetas que, en las altas y frías montañas de la Sierra Sur del estado libre y soberano de Oaxaca sobrevivimos al hambre y las inclemencias del tiempo y que, con el fin de que yo no tuviera el mismo destino de pobreza e ignorancia, se esforzaron porque yo asistiera a la escuela pero, fracasé. Fracasé porque siguiendo el ejemplo del cooperativismo del abuelo paterno y de ellos mismos, también me convertí en cooperativista en nuestra población y luché contra el aparato represor fiscal que vino a gravar con impuestos a las cooperativas de ahorro y crédito y por tanto a los campesinos pobres que yo representaba en lo que ahora es en nuestro país Caja Popular Mexicana.
En México, quienes aspiramos a un cambio profundo y verdadero sufrimos la más cruel represión y el 15 de Julio de 1998 fui víctima de desaparición forzada por elementos de la entonces Policía Judicial del Estado, era gobernador de Oaxaca el priista Diódoro Carrasco Altamirano. Lo que para mí fueron 25 días de torturas físicas y psicológicas para mi esposa, Leonor Peralta Castellanos, se convirtió en más de un mes de angustia y desesperación hasta que me encontró preso y maltrecho en el Reclusorio Regional de la ciudad de Matías Romero en el Istmo de Tehuantepec.
Tres largos años de prisión política y de violaciones a nuestros más elementales derechos humanos tuvimos que soportar, incluidos quince infernales meses en el penal de máxima seguridad conocido entonces como “Almoloya” en el Estado de México, muy lejos de la defensa y de la familia: nuestro hijo, el hijo de Leonor y mío tenía apenas año y medio cuando fui desaparecido y le celebraban su tercer aniversario ese 06 de febrero del año 2000 cuando fui trasladado al mencionado CEFERESO #1, hace casi 20 años.
La falta de alimentos es algo cotidiano para los indígenas y los pobres de México, pero quienes en esa época fuimos víctimas de desaparición forzada eramos privados de agua y alimentos como una forma de tortura sistemática y despiadada, así que, cuando los indígenas oaxaqueños que en Almoloya nos encontrábamos decidimos hacer una huelga de hambre en ese penal de máxima seguridad, solamente para que la Comisión Nacional de los Derechos Humanos asistiera a escuchar nuestras quejas, sabíamos perfectamente lo que eso significaba y lo que queríamos, lo logramos. Ahí en los viejos expedientes de esa institución deben estar nuestras quejas.
Ese año 2000 fue fatídico para el viejo dinosaurio priista y la vieja dictadura fue arrojada del poder para dar paso a los dos sexenios trágicos que representó que la rancia derecha panista se hiciera con el poder presidencial.
La fuerza de la sociedad civil, las organizaciones sociales, el magisterio oaxaqueño, las organizaciones defensoras de derechos humanos sumadas a la dura lucha de las mujeres de la Región Loxicha contra la represión, la desaparición forzada, las ejecuciones extrajudiciales, el desplazamiento forzado, la tortura y la cárcel dio los primeros frutos, trayendo alegría para nuestras familias: el día 02 de Mayo de 2001 logramos una sentencia absolutoria contra un sistema judicial podrido y caduco que se había cebado con los más pobres fabricando expedientes judiciales mediante la tortura, el aislamiento y la indefensión. La prisión ilegal se prolongó nueve días más hasta el 11 de mayo de ese año 2001 cuando abandoné las mazmorras de Almoloya.
Habiendo conocido lo más crudo del sufrimiento de los indígenas, con el miedo permanente a la represión del estado me decidí a defender y acompañara la búsqueda de justicia y libertad para los Presos Políticos y de Conciencia de la Región Loxicha.
Logrando la libertad a cuenta gotas y observando impotentes la persecución y la muerte de los indígenas Loxicha por grupos paramilitares, en el año 2006 nos enfrentamos al priismo represor estatal y a la suma de la represión federal a cargo del gobierno foxista que golpeaban con fuerza los intentos de autodeterminación del pueblo de Oaxaca: el final del movimiento de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca, APPO, se saldó con cientos de detenidos y torturados, con casi tres decenas de personas ejecutadas extrajudicialmente y un Ulises Ruiz Ortiz que, cual gran elector, decidió la contienda por la Presidencia de la República a favor de Felipe Calderón, así, la guerra contra las drogas como pretexto para apuntalar la endeble figura presidencial desató la espiral de violencia que ha dejado centenares de miles de muertos y decenas de miles de personas desaparecidas en el territorio mexicano a cargo del crimen organizado y de un Ejército Mexicano que, lejos de ser salvaguarda de la nación, ha sido siempre el verdugo del pueblo.
Los viejos represores de los indígenas de la Región de los Loxichas regresaron al poder estatal en el año 2010 con Gabino Cué Monteagudo como gobernador del Estado, cerrándose la pinza con el retorno del PRI a Los Pinos con el represor de Atenco, Enrique Peña Nieto en el año 2012, que, como es de muchos sabido, aunque se pretenda ignorar y ofrecer impunidad, profundizó la represión perpetrando crímenes de estado contra el pueblo y magisterio oaxaqueño, los estudiantes de Ayotzinapa en Guerrero o en el Estado de México con la masacre de Tlatlaya.
Lo nuestro fue un intento de ejecución extrajudicial el 16 de Octubre de 2013, las amenazas de los torturadores contra mí y mi familia se cumplían. Logramos escapar echando mano de pericia y sangre fría, pero ante la complicidad de las autoridades estatales y la falibilidad del mecanismo nacional de protección a defensoras, defensores y periodistas, tuvimos que abandonar el país, nuestro país, nuestros seres queridos, nuestro hogar, nuestro trabajo rumbo al exilio y sí, lo más doloroso ha lo largo de todo este tiempo de destierro ha sido el sufrimiento de mi familia.
Contar con la condición de refugiados políticos no nos garantiza escapar del odio y la exclusión que promueven los partidos y militantes de derecha pues se puede apreciar claramente que somos extranjeros con solo mirarnos a la cara, pero eso no es lo más terrible, lo más terrible es nuestro estado de indefensión ante la falta de políticas de pleno respeto a los derechos humanos en este país y otros tantos de la Unión Europea. Engrosamos la lista de los millones sin empleo y acceso a una vida digna: Durante los más de cinco años que llevamos aquí, no hemos conocido lo que es tener calefacción en casa y no tiritar de frio en el crudo invierno, tampoco hemos podido asegurar una alimentación completa y variada o contar con los medios necesarios para una buena educación de nuestros hijos.
Ante este panorama desolador e incierto, observando a mis hijos temblar de frío o ingeniárselas para comer, con mi esposa enferma por el estrés por la larga noche de persecución y desamparo, extrañando a nuestros seres queridos, compañeros y amigos que se han quedado allá muy lejos en nuestra amada patria, extrañando nuestro cálido hogar al que sabemos no podemos volver, con la viva memoria de lo que ha sido una vida de permanentes penurias pero con plena conciencia de cuales son los orígenes de la tragedia que desgarra a nuestro país con sus más de 100 personas asesinadas diariamente, con la persecución y ataque permanente a periodistas, defensoras y defensores de Derechos Humanos, cuando estamos a punto de que la Declaración Universal de los Derechos Humanos cumpla 71 años de su existencia, sabedor de que el cambio verdadero empieza con nuestro compromiso y acción para que nuestra condición de seres humanos con derecho a una vida digna sea respetada, solicito:
1.- Trasladar a las autoridades correspondientes la exigencia de investigar y castigar a los responsables de la represión en la Región de los Loxichas desde el año 1996 hasta nuestros días.
2.- Que se investigue y castigue a los responsables de la desaparición forzada de la que fui objeto, la tortura, la prisión política, la persecución, el intento de ejecución extra judicial que nos obligó al indescriptible sufrimiento del destierro político.
3.- Que de manera inmediata se tomen providencias para resolver la crítica situación por la que atravieso junto con mi familia.
Mi larga experiencia en la exigencia de justicia y libertad, en la defensa de los derechos humanos de pueblos y comunidades indígenas convierte la esperanza de respuesta y acción en desconfianza a ser por lo menos escuchado, de tal modo que, esperando no llegar a ese extremo, me preparo para una huelga de hambre.
Así, turno copia también a quienes pueden ser parte de la solución y a nuestros acompañantes de siempre, los medios de comunicación.
En breve pondré archivo de esta misma comunicación firmada a modo de ratificación para mayor certeza y seguridad de quienes tomen cartas en el asunto.
Respetuosamente: Juan Sosa Maldonado Defensor de Derechos Humanos
Con copia para su intervención: Comisión Nacional de los Derechos Humanos, Comisión de Derechos Humanos de la Cámara de Diputados, Comisión de Derechos Humanos del Senado de la República, Subsecretario de Derechos Humanos Población y Migración: Alejandro Encinas Rodríguez, Senadora Susana Harp Iturribarría, Senadora Ifigenia Martínez Hernández, Senador Salomón Jara Cruz, Diputado Federal Teófilo Manuel García Corpus, Defensoría de los Derechos Humanos del Pueblo de Oaxaca, Comisión Permanente de Derechos Humanos del Congreso de Oaxaca, Diputado Othón Cuevas Córdova.