Mañana, lunes 03 de mayo del año veintiuno, del siglo veintiuno, en un casi olvidado y lejano punto de la geografía mundial, en un pequeño país llamado México, el Escuadrón 421 del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, EZLN, inicia su Gira por la Vida rumbo a la Unión Europea.
Estas noticias, las noticias que tienen que ver con la vida y la libertad, con la vida y la libertad de los pueblos originarios, con los pobres del mundo, no ocupan las portadas de los interesados medios de comunicación. Es parte del cerco mediático, policíaco, militar y paramilitar contra el EZLN.
Nada ocurre por casualidad en México, en el mundo. La devastación que sufre la humanidad por la pandemia del COVID-19, la sobre explotación de los recursos naturales y las depresiones económicas tienen sus causas profundas en la ambición de unos cuantos.
Sin embargo, los millones de pobres que habitamos el planeta tierra, somos quienes tenemos que pagar las consecuencias, incluso con nuestras vidas, vidas que se ven obligadas a ser expuestas una y otra vez en un mundo en el que lo menos que se conoce es la paz.
Es precisamente esa búsqueda de paz y vida digna la que alienta, da esperanza y motiva nuestras luchas por un mundo mejor, y cuando hablamos de un mundo mejor nos referimos también al bienestar del planeta y la armonía de nuestro planeta con el universo.
A diferencia de lo que sucedió en lo que hoy conocemos como América hace ya 500 años, los pueblos originarios no tienen la posibilidad, ni lo quieren, de iniciar una colonización de la vieja Europa. Son los pueblos originarios los que viven una explotación y colonización permanente.
No fue coincidencia la conquista de América, el asalto a la capital azteca ni lo que conocemos como independencia de México, una independencia que solamente significó para los explotadores sacudirse el pago del Quinto Real. No es casualidad la fiesta del 02 de mayo en Madrid.
Sí, somos un mundo con historia, historia cambiada y distorsionada a conveniencia de los ganadores de las guerras, de quienes siguen interesados en la permanencia de esas guerras, guerras que les significan un negocio redondo y donde la primera que cae acribillada es la verdad.
Para conocer esa verdad necesitamos de educación, una educación de calidad donde las niñas y los niños sean lo más importante para el sistema educativo, para los gobiernos y para las madres y padres. Educación que se ha visto duramente afectada con el pretexto de la pandemia.
Pandemia que en el caso de México se suma a la guerra que contra el movimiento social, popular y magisterial, los gobiernos locales, estatales y federal han desatado desde hace muchos años para frenar el avance en la búsqueda de una educación de calidad y con calidez humana.
No, no hago uso irresponsable e insensato de la palabra guerra, cientos de miles de muertos, decenas de miles de personas desaparecidas y la creciente violencia, militarización y paramilitarización del país, aún con las viejas promesas de López Obrador, dan cuenta de ello.
Por eso es tan importante para el movimiento indígena y popular, para nosotros, para la Europa de abajo, la iniciativa de las compañeras y compañeros del Ejército Zapatista de Liberación Nacional de visibilizar nuestras luchas, de luchar por la vida, la paz y la libertad.
¡Paz, justicia y libertad, ya!
Desde un rincón del exilio,
Juan Sosa Maldonado
Defensor de Derechos Humanos