Por Rogelio Hernández López*
En las últimas semanas de 2014 han proliferado denuncias de periodistas que demuestran, por enésima vez, la necesidad de frenar el clima de agresiones pero con leyes y acciones de gobierno que sean definitorias.
En Michoacán revelan animadversión y suspensión unilateral de convenios por parte del gobernador sustituto y el Comisionado del gobierno central;
En Guerrero son agredidos violentamente durante manifestaciones en Chilpancingo, otros fueron secuestrados y humillados en Tlapa;
En Guanajuato reclaman incumplimiento oficial del Alcalde responsable de agresiones a una colega;
En Hidalgo exigen al congreso y gobierno que mejoren la ley de protección aprobada hace dos años;
En Durango denuncian al líder del Congreso de usar triquiñuelas chabacanas para aprobar una ley de protección sin consenso ni opiniones de expertos;
En Oaxaca exponen tres exigencias para que el gobierno y el congreso atiendan sus peticiones de protección y contar con una ley….
En casi todas las entidades aparecen noticias de ese tipo diariamente. Si alguien quiere saber detalles, basta poner México agresiones a periodistasen el buscador Google y en 30 segundos le dará de 752,000 resultados.
En dos entregas anteriores de esta columna, compartí sendos capítulos de mi ensayo entregado para su publicación a Freedom House y la Casa de los Derechos de Periodistas: Prontuario para reducir las vulnerabilidades de los periodistas mexicanos. En uno, expongo el contexto y las causas estructurales que posibilitan el clima hostil contra el ejercicio del periodismo en México; en el segundo, un recuento de los agravios en 2014, que siguen creciendo exponencialmente. Ahora comparto el capítulo III:
MÁS DAÑO A LOS VULNERABLES. TRES ESCENARIOS
La organización Protection International, de las más experimentadas en el desarrollo de técnicas de protección para defensores de los derechos humanos en el mundo, propone una ecuación, como herramienta analítica, para evaluar los riesgos tanto de individuos como de colectividades.
Esa ecuación, en el caso de periodistas, ayuda a ilustrar que los riesgos mayores serán siempre para quienes sean más vulnerables y con menos capacidades de respuesta…
La mayoría de registros (oficiales y civiles), de las agresiones a mujeres y hombres que ejercen al periodismo en México, indica la existencia de tres escenarios constantes, que a su vez, muestran los altos grados de vulnerabilidad de las y los periodistas:
UNO. Ocurren, casi siempre, por el manejo de la información con índices bajos de prevención, tanto por los periodistas como por los directivos de los medios de prensa; se refiere específicamente al manejo de temas sensibles que provocan reacciones violentas en protagonistas de hechos punibles de corrupción, delincuencia organizada, conflictos políticos y sociales, etcétera. La falta de pautas deontológicas y de hábitos para sopesar ventajas y desventajas en el manejo de la información son síntomas de vulnerabilidad profesional.
DOS. Se producen en zonas de riesgo, ya sea a causa de la violencia desatada por grupos de delincuencia organizada, por violencia derivada de conflictos sociales, o por violencia de baja intensidad pero sistemática de servidores públicos e instancias de gobierno que ponen a los periodistas como objetivos a vencer. La carencia de capacitación y de protocolos preventivos para hacer coberturas en zonas o situaciones de riesgo significa vulnerabilidad.
TRES. Suceden, más frecuentemente, cuando el periodista tiene un perfil de fortalezas muy bajas en su formación profesional, en sus relaciones laborales con empleadores, (y en sus círculos de familia ya amistosos), o bien porque aceptó debilitarse voluntariamente en su perfil de credibilidad al aceptar ser parte de los paradigmas de malas prácticas profesionales, por conveniencia mutua con fuentes informativas privadas o de gobierno…
Tales constantes pueden verificarse en gran parte de los casos de periodistas agredidos en México. Por un lado entre los que realizan coberturas de violencia o conflicto social sin las mínimas prevenciones, y por el otro, donde se ubica la mayoría de agredidos por ejercer sin la suficiente formación profesional, capacitación continua, salarios bajos, prestaciones magras, en localidades pequeñas o medianas, en medios de difusión con pocas fortalezas financieras o de aceptación del mercado, o en ciudades donde es manifiesta la debilidad institucional y altos los indicadores de arbitrariedad en la toma de decisiones en los poderes legales o fácticos.
Estas constantes tienen espejos en otros países del mundo. Una constancia la expone el Comité de Protección a Periodistas (Committee to Protect Journalists, CPJ) en su Manual de Seguridad para Periodistas difundido en 2012:
Los periodistas que cubren protestas y otros disturbios civiles violentos, enfrentan riesgos legales y físicos por todos los sectores, a menudo ambos riesgos al mismo tiempo. Alrededor de 100 periodistas, murieron cuando cubrían protestas callejeras y otros disturbios civiles entre 1992 y 2011, según revela la investigación del CPJ. En 2011, casi un 40 por ciento de las bajas de periodistas por su labor informativa se produjo durante situaciones de este tipo, la proporción más elevada que jamás registrada por el CPJ.
La conclusión general, entonces sirve para insistir en que la ecuación de riesgos es muy alta especialmente en los más vulnerables. Esto significa que, sin capacidades laborales y profesionales suficientes, sin protocolos de prevención y en medio ambiente hostil, es lógico el incremento de los riesgos de los periodistas cuando ejercen. Pero en unos, singularmente en los locales, el daño es mayor que en otros. El mismo documento del CPJ refleja quienes son, también internacionalmente los más débiles:
Mientras que los periodistas extranjeros enfrentan desafíos logísticos y de seguridad significativos, los periodistas locales hacen frente a amenazas más severas a sus vidas y libertad. La investigación del CPJ muestra que desde 1992, casi nueve en diez fatalidades relacionadas con el trabajo han implicado a periodistas locales que cubrían noticias en sus países de origen. Y más del 95 por ciento de periodistas encarcelados en todo el mundo son reporteros locales, periodistas fotográficos, blogueros y editores, según la misma investigación del CPJ. La necesidad de una exhaustiva preparación y planeamiento de seguridad es especialmente importante para los reporteros locales.
Una instancia oficial que ha corroborado la existencia de estas constantes facilitadoras de agravios, es la Fiscalía Especial para la Atención de Delitos cometidos contra la Libertad de Expresión (FEADLE) de la Procuraduría General de la República, tras “la experiencia adquirida en las investigaciones ministeriales realizadas en campo con periodistas, familiares y víctimas, que fueron agredidas por grupos con intereses ajenos a la legalidad”.
Por los testimonios recopilados directamente entre periodistas del país, por la inspección de tipologías de agredidos y por los análisis descritos se ha podido confirmar que quienes han sido más afectados, en este ya largo ciclo de agravios, son los medios y periodistas con menos capacidades y más vulnerabilidades. Más preocupante es que podrían seguir las tendencias a la alza en las agresiones, porque son demasiadas la debilidades o la carencia de fortalezas de miles de periodistas y cientos de medios de prensa en el país.
Hasta ahí el capítulo. El siguiente expone que son seis las vulnerabilidades mayores de las personas que ejercen el periodismo en todo el país, ante sí mismos; ante el régimen legal; ante empleadores; ante omisiones y malas prácticas en el Estado; ante agresiones y por debilidad organizativa gremial-profesional.
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* Reportero desde 1977. Especializado en investigación en Excélsior, El Universal, Milenio y otros. Dos veces Premio Nacional por el Club de Periodistas. Autor de los libros Zócalo Rojo, Zorrilla y Sólo para periodistas. Profesor invitado en varias universidades. Ex Consejero del Mecanismo de Protección a Periodistas de la Segob y Ex Coordinador de Protección de la Casa de los Derechos de Periodistas, A.C. Consultor en temas de protección, leyes y políticas públicas sobre el periodismo. Email: rogeliohl111@gmail.com