Miradas de reportero
Por Rogelio Hernández López
— Creo que nadie puede explicar qué es realmente el Movimiento de Regeneración Nacional —respondió este veterano reportero de la política a sus colegas que buscaban dilucidar hacía donde irá después del domingo 3 de octubre, cuando se reuniría su Consejo Nacional.
Las y los consejeros de Morena fueron convocados para evaluar, cuatro meses después, los resultados de las elecciones de 2021, acordar nuevos lineamientos para afiliación masiva, la credencialización y, ahora sí, más organismos de base que llamarían Comités de Defensa de la 4T.
— Estamos ante un fenómeno político del que pocos especialistas han atinado a caracterizar con los modelos conocidos por las ciencias políticas, como son los partidos tradicionales—prosiguió este reportero.
— Es que más allá de lo formal los principales dirigentes de Morena se enfrentarían, en el fondo, a tres retos: institucionalizarse, perfilar una identidad bien definida y comenzar a diluir el cordón umbilical para reducir su dependencia del liderazgo del fundador, quien insiste en que dejará la política en 2024.–
Pero cómo explicar todo esto…
Qué no es
Morena no es un partido político como los definen los sociólogos. Los partidos políticos son representaciones o entidades que representan a un segmento de la sociedad, a una corriente nacional de pensamientos identificados en un sentido, una ideología o cuerpos doctrinarios claros.
Morena no es de izquierda socialista. La mayoría de referencias de académicos, observadores, periodistas e incluso sus documentos básicos ubican a Morena a la izquierda, así muy en general. No tiene una definición clara en ese sentido. Quienes sostienen que es de izquierda lo hacen por la convención aceptada mundialmente de colocar a la izquierda a quienes quieren cambios estructurales, aunque sean para restaurar el sistema económico esencial, como Morena. En la derecha se colocan a los que tratan de mantener el orden imperante con algunas mejoras cosméticas, como el Partido Acción Nacional.
Tampoco es un movimiento político clásico, ni un frente de movimientos sociales organizados. Norberto Bobbio y otros teóricos de la política afirman que los movimientos políticos, en primer lugar, son distintos a los partidos porque “no se encaminan a la institucionalización de una idea o un grupo”, por ejemplo, el socialismo; sostienen que su temporalidad es limitada y “su actuación es en la arena de las decisiones colectivas, a su intento de poner en el banquillo a los detentadores de poder de gobierno y de influir en los procesos de decisión.”
Bajo esta acepción, por ejemplo, en los años 80 proliferaron en México movimientos sociales con acento político como lo fueron las coordinadoras por actividad, como la Coordinadora Campesina Plan de Ayala; de lucha sindical como fue la Tendencia Democrática que dirigió Rafael Galván. De éstas subsisten algunos restos como la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación. Morena tampoco es de este tipo.
Morena se enfrenta ya a la necesidad de renovar su identidad, como asientas los sociólogos: “Los movimientos políticos no difieren significativamente de los movimientos sociales y su estructura tiende a ser menos fluida… enfrentan el problema de la formación de identidades colectivas… con el transcurso del tiempo se encuentran con el problema del mantenimiento y renovación de estas identidades.” (página 1014, Diccionario de Política. Edit. Siglo XXI).
Qué sí es
Propios y extraños repiten lo sorpresivo de lo alcanzado por este movimiento en muy poco tiempo.
Son datos públicos indican que fue fundado hace 10 años, el mero 2 de octubre de 2011, que se registró como Asociación Civil el 20 de noviembre de 2012 y que en 2014 el Instituto Nacional Electoral le reconoció como partido político nacional.
Para septiembre de 2021, bajo las siglas de Morena se cuentan, hasta el momento, 202 diputados federales de un total de 500, también 62 senadores de 128. Sin tener mayoría absoluta sus fracciones son hegemónicas en Congreso de la Unión.
Por sí mismo o por su influjo en grupos que dicen ser partidos Morena también tiene influencia directa en 17 gobernadores de 32 (casi todos ya en posesión), en 19 Congresos locales y un número muy alto de presidentes o presidentas municipales y en regidurías. Gobierna, dicen, al 46% de los mexicanos.
Es un fenómeno político que a una década de iniciado y a siete años de su registro formal como partido logró que le llamen “la primera fuerza política de México”.
Morena es un ente abigarrado de políticos de todos los orígenes y tendencias de pensamiento que tienen en común el uso del nombre, el color, el logotipo y, por supuesto aprovechar la enorme fuerza pública de su fundador.
Es un movimiento político muy a la mexicana por multiclasista, de que se percibe que funciona más como agencia electoral que como representante de movimientos sociales y ciudadanos organizados y con crisis de dirección constantes por las inercias autoritarias en algunos de sus directivos.
Su crisis actual
También son ampliamente conocidas y comentadas esas crisis internas que podrían caracterizarse como crisis de crecimiento e identidad.
Uno de los análisis más influyentes sobre la identidad y escenarios futuros de Morena lo escribió en noviembre de 2020 para la revista Este País el politólogo César Morales Oyarvide. Él refirió que sus crisis se expresaban en su vida orgánica, en su relación con la sociedad, en su relación con el gobierno del Presidente López Obrador.
El autor identificó que “el patrimonialismo de sus cúpulas fue lo que inició el proceso de descomposición de Morena” y previó que esta descomposición proseguiría porque en su interior
predominan “el escepticismo hacia las instituciones y las burocracias, incluidas las de los partidos.” (https://estepais.com/tendencias_y_opiniones/mascaras-ideologicas/adios-a-morena/)
Parte de las dolencias o crisis de Morena se expresaron espectacularmente con las 1 mil 937 quejas y querellas que presentaron militantes contra sus directivos durante el proceso de selección de candidaturas para las elecciones de 2021 en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. Las impugnaciones de morenistas contra sus dirigentes representaron el 83.7 por ciento de un total 1 mil 937 recursos que registró el tribunal. Esto concedería la razón al analista Cesar Morales quien identificó que sus directivos reales se comportan con “patrimonialismo” en las decisiones.
La expresión más reciente de sus crisis internas comenzó el mismo 20 de septiembre de 2021 momentos después de que se insertara en algunos medios impresos y se circulara en redes sociales una proclama que se tituló Alianza Popular para Continuar la Transformación de México.
Ese documento fue mucho menos atractivo para los comentarios de analistas que para militantes de Morena como Bertha Luján, presidenta de su Consejo Nacional, de su fundador Bernardo Bátiz, de su Secretaria de Organización Xóchitl Zagal, que expresaron abiertamente sus discrepancias y de su aspirante a presidirlo Gibrán Ramírez quien acusó que es el “partido más autoritario”.
Salir del capullo
El documento referido, en resumen, refleja que por fin la directiva central de Morena que encabeza Mario Delgado había logrado un “acuerdo de unidad” –pocas veces visto– entre 18 gobernadores (incluido Cuauhtémoc Blanco de Morelos) 51 de sus 62 senadores, 130 de sus 202 diputados federales, de los cinco directivos de sus corrientes principales y otros 15 de su comité ejecutivo.
Aunque faltaron las firmas y los nombres de sus presidentes municipales, legisladores locales y directivos estatales (muchos no electos y otros interinos) el acuerdo cupular anuncia que, en 2022, si lo aprueba el Consejo Nacional, ahora si comenzarán a aplicar un plan de construcción partidista con afiliación masiva a toda persona que lo desee e incorporarla a comités de defensa de la 4T y allí comenzar la capacitación masiva. Igual pretender darle más fuerza a su periódico partidista Regeneración.
Con ese documento Morena mostró signos de querer salir del capullo que le construyó Andrés Manuel López Obrador. Sin embargo, por su complejidad era imprevisible visualizar si el Consejo Nacional lograría restarle las disformidades y darle un perfil más claro como el muy singular partido movimiento de México, hasta el momento muy difícil de caracterizar. Sigamos observando.