Julisa Sánchez
La anhelada paz en la entidad oaxaqueña aun se encuentra lejos de los discursos políticos, planes, pronósticos e inversiones millonarias al sector, la seguridad oaxaqueña se ha envuelto en una crisis de violencia que hace presencia todos los días en delitos de homicidio, feminicidio, robo, extorsión y despojo en las ocho regiones. Además, se suman a los ilícitos las protestas sociales y demandas desde las comunidades que esperan la justicia prometida en un cambio de la cuarta transformación.
A cinco meses de gobierno del Ingeniero Salomón Jara Cruz, los conflictos van aumentando, señalando desde la alta tribuna del Palacio de Gobierno, al que despecha en la zona exclusiva de Polanco de la Ciudad de México.
Sin embargo, esos señalamientos no han sido judicializados, únicamente se quedan en simples conjeturas, marcando una política como la establecida por el Gobierno Federal a cargo del Licenciado Andrés Manuel López Obrador, de echar la culpa al pasado de la crisis del País en su último año de administración.
En ese sentido, el viacrucis de los oaxaqueños continúa a falta de proyectos y servidores públicos preparados para atender inmediatamente las demandas en Salud, Economía, Cultura, Educación, Deporte, Turismo y Gobernabilidad.
Es así como esta Semana Santa, en donde hace muchos años se establecía un clima de tranquilidad, de respeto a la fe, de misticismo y tradiciones, hoy en Oaxaca se mancha por la ola de asesinatos que parecen no tener tope.
Cabe señalar que el pasado 21 de marzo, se dio un informe desde el nivel federal sobre “avances” en materia de seguridad, en la que participaron el titular de la Secretaria de Gobernación, Adán Augusto y el Gobernador de Oaxaca, Salomón Jara, frente al Presidente de México, Andrés Manuel López obrador.